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Walt Whitman dijo que si querías saber realmente donde estaba tu corazón debías mirar hacia donde iba tu mente cuando soñabas despierto, que si te fijabas, realmente nadie nos decepciona, nos decepcionamos nosotros por tener expectativas muy altas de personas que terminan siendo o son más bien poco. Una gran mayoría descubrimos que las mentes ocupadas, las almas limpias y los corazones satisfechos no se meten jamás en la vida de nadie, menuda pérdida de tiempo más absurda, y más si ello se utiliza para descalificar a los demás, letal arma comunmente muy utilizada sorprendentemente en estos tiempos. A veces pienso que es maravilloso sentarse y observar a las personas e imaginar sus vidas, sueños o pesares. Mucho puede descifrarse en esa inocente observación, la diferencia está entre los que sienten y callan y los que dicen y en realidad adoptan un papel que les aleja de su propio sentir únicamente por quedar bien frente a un anodino y cruel resto. Sí, nada hay como conectarse a la magia del momento donde uno lanza tácitamente un deseo al azar, son lo únicos que tienen acaso alguna posibilidad de cumplirse, los que no se verbalizan y salen de lo más profundo de nuestro ser. No importa, al final la irrealidad te hace ver la cruda realidad pero, ¿qué sería de la vida sin esa imaginación desbordada, sin esos sueños que nos hacen levantar de un plumazo de esa esencia gris y nos hacen creer que todo es posible? La gente es tan mala que se carga lo bueno que tenía y no lo sabía. La vida te enseña que cuanto menos debas mejor, de lo contrario estás condenado a algo o a alguien de por vida. Favor se paga con favor, a menudo superior. Pasado, presente inmediato y futuro, todo es juego cuando eres consciente de que donde estabas es donde querrías estar que, de pronto estos portazos que recibes en la cara son el trampolín donde poder despegar porque te hacen cambiar el rumbo de una manera mágica y los cambios son siempre para bien porque te conceden la oportunidad de hacerlo mejor. ¿Sueño o realidad? Todo se reduce a ambos, todos soñamos y deseamos algo en concreto pero más pronto que tarde nos enfrentamos a nuestra realidad y no por ello debemos dejar de soñar, de lo contrario estaríamos muertos en vida, con todos mis respetos a una gran mayoría que así se halla. Los sueños son los responsables de rescatarnos de esa grandísima desazón que nos afecta en un momento determinado. Un mundo irreal es la respuesta y la bendita solución a la mayoría de los problemas. No se preocupen si el plan b no resulta, tienen el resto del abecedario. La suerte está echada pero la actitud lo es todo, siempre, no lo olviden.