TW
1

Después de expulsar del país a toda la oposición, de enviar al exilio a empresarios, periodistas, intelectuales, ya solo quedaba, en Nicaragua, la Iglesia y la Iglesia es encarcelada también. El obispo nicaragüense Rolando Álvarez fue arrestado por la Policía Nacional en la madrugada del 19 de agosto 2022, tras permanecer 15 días asediado en el palacio Episcopal de Matagalpa, una ciudad al norte de Nicaragua. La policía ha asegurado que el obispo atacaba al Gobierno cuando lo único que hacía era permanecer al lado de su pueblo, pobre, perseguido, escarnecido hasta el punto que periódicos de Estados Unidos como el Washington Post o el New York Times –por regla general contrarios a los postulados católicos en materia de aborto, ideología de género, matrimonio homosexual, etc.– han denunciado el atropello a los más elementales derechos humanos con fotografías a toda página y un editorial, nada menos que un editorial del Washington Post, reclamando mayor dureza por parte del Gobierno norteamericano respecto al régimen de Ortega. Lo malo de las medidas internacionales contra un determinado régimen político –y esto se ha visto en España demasiadas veces– es que las consecuencias no las sufren las oligarquías en el poder, las sufren los campesinos, los trabajadores, los cultivadores de café que arrancan una semilla a la tierra día por día. Así las cosas, sin embargo, un régimen que no puede soportar ningún tipo de crítica difícilmente puede sobrevivir, ahí sigue agonizando, consumiéndose en la involución, ahogándose hacia adentro, pero algo hay que hacer. Cuando la mayor parte de la población se siente amparada por sus sacerdotes, por las personas laicas que trabajan, adoran y rezan, esa población tiene la fuerza que le da la firmeza de sus convicciones, la fuerza de la Justicia, la verdad y la Fe.