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Desde los tiempos de El lazarillo y el Quijote todos estamos enterados de que cuando menos se piensa salta la liebre, en el sentido de que algún suceso inesperado cambia de pronto el curso de los acontecimientos y altera la realidad. Se nota que antiguamente las liebres saltaban mucho, con cierta frecuencia, y de ahí la vigencia de esta frase sobre la irrupción de lo imprevisto y los brincos de las liebres. Que ignoro por qué, ya no suelen saltar nunca, y si lo hacen son liebres pequeñitas, más bien ranas en una charca. La cuestión es que ya no hay sucesos inesperados, todo se ve venir de lejos, y efectivamente, aunque lo que viene sea espantoso, sigue su curso tan campante sin que nada lo interrumpa. Nunca salta la sorpresa, ni la liebre. Igual la muy tonta está dormida, o es una liebre de escayola. Estuvimos meses observando la acumulación de fuerzas militares rusas en las fronteras de Ucrania, y si bien a diario se nos informaba de las negociaciones diplomáticas, la jodida liebre que salta cuando menos se piensa no saltó. Como aquél sabueso de Baskerville que no ladró, señal de que ahí estaba pasando algo raro, muy misterioso. El misterio de esta época es la liebre que no saltó. La actualidad es como un bloque invariable de hormigón (¡estabilidad!), y como ya nos sabemos de memoria lo que sucederá el año que viene, es imposible que ocurra algo inesperado. La ultraderecha más o menos fascista se extiende por Europa y EEUU, y qué hace la liebre. No saltar. No salta ni a tiros. Las plataformas de televisión, que iban a cambiar la televisión con sus series de las narices, ya son ahora idénticas a la televisión de toda la vida. Esa liebre tampoco saltó. La del cambio climático sí lo hizo, pero el siglo pasado, hace décadas (en la antigüedad, decía, las liebres saltaban mucho), y desde entonces, pese a que se ve venir la catástrofe (ya está aquí), sigue inmóvil con las orejas colgado. Lánguidas. ¿Qué mierda está pasando con las libres, que ya no saltan? ¿Podemos confiar que lo hagan por sorpresa, cuando menos lo pensemos? No, no podemos. Esta época ya no respeta ni las frases hechas. Ni las expresiones populares. Lo inesperado no existe. Y no caerá esa breva.