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Los gordos molestamos. Los gordos ocupamos más espacio del que la sociedad de medidas estándar está dispuesta a conceder a sus ciudadanos. Nos saltamos la norma, invadimos el espacio, rompemos los muebles uniformes, obligamos a buscar otras soluciones ergonómicas, sudamos, somos antiestéticos, andamos lentos, nos da pereza todo y preferimos estar solos con un buen libro que rodados de un montón de gilipollas gordofóbicos a quienes nuestra presencia incomoda. Los gordos somos el reflejo de lo que los delgados pueden llegar a ser y eso les aterra y por eso nos atacan. Huyen corriendo con sus burlas, cobardes, sabiendo que no les alcanzaremos. Los gordos somos un blanco fácil, somos grandes y es imposible fallar. Los gordos somos monstruos porque alteramos la supuesta uniformidad de la sociedad supuestamente feliz. La de los que no piensan y siempre tienen el «gordo de mierda» en la boca.