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En el cálculo infinitesimal diferencial, la integración es la operación inversa a la derivación, en la que teniendo la derivada, hay que hallar la función que la originó. En matemáticas es una operación relativamente sencilla, que se expresa con un signo parecido a una ese alargada, como si la hubieran cogido por los extremos y estirado hasta casi matarla, pero en la vida práctica, así como en filosofía y en política donde continuamente tropezamos con cosas derivadas de quién sabe qué, encontrar ese qué (o quién) ya no están fácil. Y por mucho cálculo integral infinitesimal que le eches, rara vez sale nada. Cuando yo estudiaba integrales a los 14 años, me las prometía muy felices pensando que ese conocimiento, correctamente aplicado, me serviría para desentrañar toda clase de misterios, ya que cualquier fenómeno deriva siempre de algo (igual que un cadáver con un cuchillo clavado en la espalda deriva de un asesinato).

Por lo que a la vista del resultado, o derivada, bastaría integrarlo para encontrar al asesino. Un rápido cálculo infinitesimal, y listo. Pero no. Pronto comprendí que las matemáticas, y el cálculo diferencial de las narices, sólo sirven para entender las matemáticas, y no del todo. Para nada más. De hecho, filósofos, sociólogos, politólogos, periodistas y supongo que detectives privados, se pasan el día integrando derivadas espantosas para hallar la función que las originó, y qué polvos exactamente originaron estos lodos. Es inútil, no hay manera.

El cálculo diferencial sólo funciona en el papel, o la pizarra, con esas eses de cuello largo y muchísimas equis por todas partes. No es posible aplicarlo a los asuntos cotidianos, reales, y mira que lo he intentado. ¿De qué compleja función es derivada la guerra de Ucrania? ¿Y la inflación desbocada? Sólo he obtenido aproximaciones, y las aproximaciones no son ciencia. ¡Cálculo infinitesimal aproximativo! Valiente vaguedad. Las verdades matemáticas sólo son verdad en las matemáticas. De ahí que casi todas las disciplinas, así como filósofos, sociólogos, politólogos, analistas y psicólogos, procuren hacerse pasar por rigurosos matemáticos. Imposible. Ni siquiera saben nada de cálculo diferencial.