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Justamente tuvo que ser en agosto, cuando los funcionarios más experimentados estaban de vacaciones. En los primeros días, a la presidenta del Consell de Mallorca se le ocurrió promocionar el turismo mediante un contrato de dos millones de euros con el Real Mallorca, para cambiar el nombre al estadio público de Son Moix y ponerle «Visit Mallorca». Para eso, como la marca es propiedad de la Federación de Hoteleros, les pidieron permiso a estos. La diferencia entre decir «el estadio del Mallorca» y «el estadio Visit Mallorca» hará bajar el paro. Un milagro.

De manera que los funcionarios suplentes tuvieron que ponerse a buscar una justificación para ‘vestir’ el expediente. Son expertos en ello, no en vano llevan años ‘vistiendo’ contrataciones de todo tipo, haciendo que parezca que no son lo que son, decisiones políticas injustificadas. Lo que tienen de bueno los contratos de obras públicas es que los proveedores te redactan las bases que lo justifican todo, cosa que el Mallorca parece que no sabe hacer.

Salieron a buscar estudios por el mundo. En agosto. En San Sebastián, a cambio de unos miles de euros, encontraron una gente dispuesta a poner en un papel que Mallorca va a cambiar definitivamente a mejor si se cambia el nombre del estadio. Esa palabrita «Visit» es mágica. De manera que como tenemos una justificación, la presidenta anuncia que pondremos una marca ajena al estadio público propio pagándole por ello al inquilino y los mallorquines recuperamos el orgullo de pueblo. Ya le podemos dar el dinero al Mallorca, que lo necesita para pagar un salario digno a sus jugadores más vulnerables.

Pero con tan mala pata que los socios de gobierno tuvieron que decir que no estaban de acuerdo. En lugar de irse a la playa, como en mayo hay elecciones, estaban atentos. No se creyeron lo que dice la empresa vasca, porque ellos conocen el truco. Así que amenazaron con romper el acuerdo de Gobierno y obligaron a los socialistas a encontrar un poco de talante de diálogo donde quede y aguantar una reunión de diez horas.

Al final, el resultado por supuesto es el mismo porque el Consell es una institución de palabra que no puede permitir que en Estados Unidos duden de su seriedad: se da el dinero al Mallorca, pero no para la promoción del turismo sino para la promoción del deporte. Fantástico, porque lo fundamental, dar el dinero a un americano, se mantiene. Pero ahora los ‘vestidores’ han de justificar por qué hemos de promocionar el deporte. O sea que de nuevo a trabajar en agosto. Yo no sé si no deberían acudir de nuevo a la misma empresa de San Sebastián que explicó la utilidad de la palabra «Visit» en el nombre del estadio del Mallorca. Les debe dar lo mismo justificar una cosa que la contraria, siempre que les paguen.

Pero a Més se le ha ocurrido algo un poco más extravagante: hacer un concurso público al que se pueden presentar todos los equipos deportivos de Mallorca. Esto ya es tirar demasiado de la cuerda porque siempre puede haber un equipo que tenga necesidades verdaderas y que haga que camuflar esto sea más difícil. Ya se está notando mucho que esto es un poco irregular. Encima ahora un tribunal evaluará las peticiones de ayudas y tendrá que darle el dinero al Mallorca, aportando las razones que justifiquen las ayudas a un equipo de Primera División. ¡Més y Podemos disfrutan complicando la vida a la gente cuando ya teníamos el informe del estadio, la prensa lo había comprado y el Partido Popular lo apoyaba!

En casos como este es cuando se ve el valor del Consell. Nadie le imita. Desde Maxi Morales, pasando por Joan Verger o Maria Antònia Munar, hay mucho ‘know how’ acumulado. Pueden justificar cualquier gasto o incluso la contratación de un amigo que ha ayudado en la campaña electoral. Da igual: tomada la decisión, el Consell sabe ‘vestir’ aquello para que simule ser el resultado de un plan, de una estrategia.

Yo conozco incontables procedimientos y tengo que expresar aquí mi admiración por la profesionalidad con que se presentan las cosas. Casi siempre parecen ideas geniales, sustentadas en los mejores informes, basadas en estudios sesudos. Y todo hecho en días. Salvo cuando Més y Podemos se dedican a pensar en voz alta y dejan rastro por todo de sus caprichos.

Si queremos una institución que promocione el turismo o el deporte con un plan, entonces no; pero si queremos una repartidora de dinero que ‘vista’ perfectamente lo que hace, entonces ahí está nuestro Consell. Un orgullo de institución que hemos de preservar para el futuro y que bien merece un capítulo propio en la historia de la contratación pública en España.