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Querido amigo: te agradezco mucho el haberte acordado de mí. Por aquí se está bien a ratos. Tengo muchas ganas de volver a Mahón, pues ahora me doy cuenta de lo que vale nuestra roqueta. Un abrazo. Román». Este breve mensaje nunca se envió. Lo escribió en una postal un miliciano antifascista llamado Román Bustamante Pons e iba dirigida a su amigo Francisco Company, del café Suizo de Maó. Sin embargo, jamás salió de Mallorca porque las tropas franquistas se hicieron con ella tras la victoria en la batalla de agosto y septiembre de 1936. Cuando la vi, pensé que habían matado al autor o que simplemente se había perdido. Hoy se conserva en una caja del Archivo Militar de Mallorca.

Hay siete postales más escritas por Román, todas con una foto de las Cuevas del Drach. Las escribió los días 2 y 3 de septiembre, un día antes de la derrota, e iban dirigidas a su familia y amigos: «Querida e inolvidable mamá: ayer recibí las cuatro letras tuyas y de Gloria [su hermana] y no sabéis cuánta alegría me habéis causado, pues hacía días que ansiaba recibir vuestras noticias. Yo sigo bien por ahora, deseándoos mucho valor. Ya sabéis dónde tenéis un hijo y hermano que os quiere». «Me dejo la barba y seguro que cuando vuelva no me conoceréis. Recibe el abrazo de tu hermano que no te olvida».

Cuando vi todas estas postales en el archivo, me propuse saber qué había sido de Román. Pronto me di cuenta de que no era un miliciano, sino un militar regular. Su nombre aparece en el diario oficial de los desembarcados, La columna de Baleares, del 24 de agosto: «Preséntese urgentemente al alférez de Artillería Román Bustamante que se halla en el frente de Porto Cristo el soldado Armando García que abandonó su puesto sin permiso». Allí estaba al mando de unas baterías del 7,5.

Román sobrevivió a la batalla de Mallorca porque otro documento del archivo revela que se escapó con varios militares de la Menorca republicana en octubre de 1937 y, tras quedar el barco a la deriva, fueron rescatados por un vapor holandés y desembarcados en Italia. De allí, los trasladaron a la Mallorca franquista, donde se pierde la pista. En 1940, el régimen le reconoció el grado de brigada de Artillería.

Su familia era muy conocida en Maó. Tenía uno de los mejores hoteles de la ciudad, llamado el Bustamante, con 33 habitaciones en la plaza del Príncipe. Uno de sus descendientes tiene un blog en internet con fotos de la familia. Román murió en el año 2000 a la edad de 86 años.