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Este verano, con tanto calor, ni siquiera hay noticias destacables, ninguna de esas serpientes que se nos enrosquen y nos den temas pasa ahuyentar el aburrimiento o el sopor durante unos días. La COVID ha quedado eclipsada por la inflación, y la inflación por el calor asfixiante. En un país que se va secando como una uva pasa, el personal anda más preocupado por no derretirse que por cualquier otra cosa.

Ganó el Madrid otra copa y, de tan laxos que andamos, no se escuchó ni uno de los acostumbrados aullidos por las calles. Dio la nota el Rey en Colombia, y bien dada, y el debate sobre su irreverente comportamiento se agotó en tres días. ¿Quién se pone a discutir con estos calores si el Rey es más de derechas que Don Pelayo o si le dio un yuyu al ver la espada de quien liberó buena parte de América del Sur del imperialismo español? A lo mejor es que estaba cansado de tantas vacaciones, el hombre. Ítem más, las cinco comunidades del PP se plantan contra las medidas de ahorro energético aprobadas por el Gobierno, las mismas comunidades que consumen casi la mitad de la electricidad del país, y ahí queda el reto por ahora, como un guante que nadie quiere recoger por pura laxitud, flojera o desmayo.

Mientras tanto, Naturgy, Iberdrola y Endesa, las tres grandes empresas energéticas, inmunes a los calores, aumentan sus beneficios un 24 %. En fin, que el debate más intenso de este verano está girando en torno a las ventajas del aire acondicionado sobre el ventilador o viceversa. Eso y que el mar está como una sopa caliente.