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La propaganda glorifica hoy a una joven diva histriónica que rinde honor al ‘despecho’ femenino. Pero también exaltan a otra diva de éxito político: la histriónica y supermujer Evita, pareja de Perón. La propaganda no ve mal a la pareja fascista porque ser la mano derecha de un macho depredador es un modo perfecto de no matarse entre ellos y de pillar herencia y pasta de víctimas del líder. Porque el fascismo fue la solución final al conflicto de clases y choque de intereses y fruto del odio a la libertad pública: una mafia con aires de santidad recluta masas de todas las clases que siguen a un cerebro incriticable que los lleva a la gloria a base de exterminar a quien no se adhiere.

La pareja fascista gobernante es como la pareja que engendra el estado criminal: los hijos, como el pueblo, son material desechable. El matón es el padre y la histriónica ecuánime hace el papel de maternal acoso moral a quien se aparte y se encarga de devaluar al pueblo. Evita actuaba como la benefactora ‘trabajadora social’ que intercedía por el pueblo ante el general, tras degradar dicho pueblo a ‘descamisados’, como quien degrada a ‘conflictivos’ a niños tutelados cuyo ‘crimen’ es estar solos. Perón acogió a la mayor colonia de jefes nazis del mundo que crearon escuela. En totalitarismo manda el aparato judicial-policíal, una red de intocables sádicos que nunca va a prisión por su tarea de ayudar al Estado a aterrorizar al pueblo.

Perón y Evita se quedaron el tesoro de Auschwitz mientras Franco juró exterminar hasta el último desafecto a él y su banda salvadora, como a los huidos a Francia que los nazis mandaron al crematorio, órdenes de Franco. Evita, que es glorificada en España hoy por «gran mujer, gran fémina», tuvo de guardaespaldas al nazi Otto Skorzeny, considerado «el nazi más peligroso» según los aliados. ¿Y el pueblo? Cipriano Reyes, sindicalista mítico en los 40 apoyó en principio a Perón desde su Partido Laborista. Una vez Perón hubo ganado su confianza con la fase «amor de padre», disolvió dicho partido. Reyes, tras protestar, escapó de milagro al ser ametrallado su coche.

Perón lo acusó de «vendido al oro extranjero y de querer matarlo». Decir la verdad solo sale caro bajo un régimen criminal. España glorifica más a Evita que nadie mientras a Franco lo retratan como ‘diferente’ al resto de psicópatas de masas; incluso el histrión Wyoming, cuando medio en serio dijo que «engañó» a Hitler evitando entrar en la guerra. Ficción Evita y teatro. Nobel al histrionismo.