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Sé que mi artículo levantará algunas ampollas en los animalistas, pero yo soy un firme defensor de las galeras y de la tauromaquia. Ahora, el Ajuntament quiere quitar las galeras conducidas por caballos y sustituirlas por cochecitos eléctricos. Las galeras han existido siempre, y gracias al caballo se conquistó Norteamérica. Pasearon por Palma montados en ellas, desde los emperadores de Japón a los Reyes de España. Quitarlas es llevar al paro a muchas familias que viven de esto, y al matadero a los caballos para consumo de ‘La Paca’, de la que sabemos es amante de la carne de potro.

Y de las galeras, paso al espinoso asunto de los toros, una fiesta nacional en declive por los cuatro de siempre. Mientras, este año, ha habido largas colas ante la taquilla del Coliseo Balear para ver a toreros de casta como el Juli, Cayetano Rivera o Morante de la Puebla. Yo no voy a explayarme acerca de la historia y el por qué de la tauromaquia, para eso está el Cossio, para que incultos animalistas sepan al menos de qué va el asunto, pero les diré que el toreo es una de las pocas verdades que hay en la vida, donde la muerte está siempre presente, una verdad que choca con la mentira que es la política, y es quizás eso lo que moleste a nuestros políticos, la existencia de verdades insoslayables.

El toro posee una existencia privilegiada, primero en el campo, donde es cuidado con respeto y amor. Luego tiene la posibilidad de, como la tuvieron los gladiadores romanos, enfrentarse en duelo con el hombre y poder morir matando o ser hasta indultado. El toro es un ser único y así debe ser tratado, hasta el sacrificio. Desaparecerán las galeras y los caballos, los toros, y la verdad. Y quedarán sólo las mentiras de nuestros políticos.