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En la actual vorágine política general en nuestro país, ha pasado sin demasiado interés una encuesta sobre Catalunya llevada a cabo de forma rigurosa por el Centre de Estudis d’Opinió de la Generalitat (CEO), con, según informa, dos mil entrevistas presenciales, que son las más fiables. El resultado del estudio demoscópico resulta bastante significativo a muchos efectos. El Partit dels Socialistes, ligado al PSOE, aumenta aún más su posición mayoritaria en Catalunya; en parte, a costa de la versión catalana de Unidas Podemos. La segunda formación más votada es ERC y la siguiente es Junts pel Si, su actual socio en el Gobierno catalán.

Es cierto que los dos partidos citados, uno de derechas y otro progresista, han hecho lo posible para mantenerse a flote estos últimos años pero sin ilusionar lo suficiente y sin poder camuflar sus profundas diferencias, que vienen de muy lejos.

Esta situación de impasse es particularmente insostenible –¡ojo al dato!– teniendo en cuenta que por, primera vez en decenios, solo el 41 por ciento de los catalanes apoyan la dependencia. Esquerra es la única fuerza política capaz de dar un paso al frente y de mirar la realidad sin, por supuesto, renunciar a sus ideales. Si lo hace, todo será más fácil pero, en caso contrario, la situación política se irá degradando de la peor manera posible hasta –salvando las distancias– acabar como la expresidenta del Parlament catalán Laura Borrás.