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El humor negro, quiero decir, que ya es el único con el que te puedes reír sin que te muelan a palos. El último reducto humorístico, la negrura protectora donde aún es posible desternillarse. El humor de género, antes llamado verde, con sus divertidas depravaciones sexuales, hace muchos años que está totalmente prohibido por guarro, machista y de pésimo gusto. Al ser verde, igual se confundiría también con humor medioambiental, más prohibido si cabe. Así que nada de chistes verdes. O se ofenden las mujeres (sector melindrosas inconsolables) al sentirse muy cosificadas, o se ofenden los quisquillosos climáticos, que son multitud. Ni se te ocurra reírte del calor que hace. Lo verde no hay por dónde cogerlo, y peor todavía lo tiene el humor político.

Por mucho que exageres, es imposible caricaturizar a nuestros políticos actuales, que ayudados por sus asesores de imagen, se caricaturizan ellos solos. Un chiste político (de Boris Johnson, de Sánchez departiendo con Biden frente a Las Meninas, de Ayuso con su bucle) jamás estará a la altura de la irrisoria realidad de cada día, que ellos mismos escenifican sin reírse ni nada. El humor blanco ni siquiera lo mencionaremos, porque nunca hizo gracia a nadie, y hasta los niños pequeños se echan a llorar si les vienes con esa tontería del humor blanco. El rosa, gracias a Dios, está definitivamente obsoleto. Y qué decir de la sátira social, que tantas obras maestras tronchantes, y ratos de felicidad a carcajadas, ha proporcionado a la humanidad. Pues que ojo con eso, que se rebotan docenas de colectivos remilgados.

El humor, único alivio ante las desventuras de la vida, lo tiene muy jodido. Ya no puedes reírte de nada, porque sería irrespetuoso. Y menos mal, iba diciendo, que nos queda el negro. Así que el otro día, con un calor de muerte del que nadie se reía, fui a la librería (se está muy fresquito ahí) y me compré un voluminoso (y negro) Diccionario Ilustrado de la Muerte, de Robert Sabatier. Un poco de diversión frívola. No es para tirar cohetes (yo lo habría hecho mejor, con más erudición cómica), pero les adjunto una cita. «Con el crimen de Abel por su hermano Caín, surgieron las primeras circunstancias atenuantes». Y un chiste negro de mi invención. Anímense, siempre nos quedará el humor fúnebre y macabro.