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Hace dos o tres meses cualquier analista político hubiese pronosticado que la izquierda balear tendría prácticamente garantizada una mayoría en las elecciones municipales y autonómicas de 2023. Armengol, sin apenas críticas mediáticas, vive un momento dulce desde que asumió la presidencia en 2015, y excepto el episodio del Hat Bar, su figura prácticamente no se ha desgastado. Pero desde hace unas semanas se van produciendo una serie de acontecimientos que vaticinan que, o bien se produce un cambio radical, o existen dudas más que razonables para pensar que habrá un vuelco electoral en Balears.

En primer lugar, la figura de Núñez Feijóo es un elemento que sumará votos al PP balear frente a un Casado que estaba muy alejado del perfil que busca el electorado de centroderecha de Balears. En segundo lugar, la situación de la economía, más allá del récord de empleo del que tanto presumen, puede suponer un duro freno a las expectativas de voto de los socialistas. Con una inflación en el 10 por ciento, la situación solo puede ir a peor en el próximo año.

La crisis permanente del gobierno de Palma es otro elemento que perjudicará especialmente a las fuerzas de izquierdas de Balears. Tanto PSOE como Podemos o Més per Mallorca solo pueden perder votos en Palma y todo el mundo sabe que la capital es el gran caladero de votos que resultan clave para las elecciones autonómicas.

Si en Palma el panorama es negro para la izquierda, en Ibiza las cosas no pintan mucho mejor. Parece imposible que la izquierda recupere el Consell d’Eivissa y es probable que pierda alguno de los municipios donde gobiernan. El caso de la capital ibicenca es significativo, con un gobierno cuyo alcalde, Rafa Ruiz, recuerda cada vez más el talante de Ramón Aguiló en su última legislatura en Palma. La última de Ruiz ha sido iniciar unas obras en la avenida más importante de la ciudad en pleno verano y tras dos años de pandemia. Estas cosas no suelen acabar nada bien para el que gobierna. La situación no es mucho mejor en Formentera, donde el Consell, presidido por el PSOE y con el apoyo de GXF, comete un error detrás de otro. La adjudicación de los kioscos de playa es un asunto que amenaza con tocar el bolsillo de formentereses de toda la vida y eso se suele pagar en las urnas. Por primera vez en mucho tiempo la derecha de Formentera ve posibilidades de recuperar el poder gracias a la errática gestión del actual gobierno, que internamente tampoco pasa por su mejor momento.

Las elecciones andaluzas han marcado una tendencia de futuro, pero además hay que tener en cuenta la devaluación de la marca Podemos y un Més per Mallorca a la baja con una candidata en Palma que, por muy inocente que se considere, sufrirá un gran desgaste electoral por su procesamiento.
Solo que el PP haga las cosas medianamente bien empiezan a existir dudas razonables de que puede recuperar el poder con el apoyo de Vox. Pero no será por méritos propios sino por los errores de sus rivales políticos. Lo que ha ocurrido siempre, por otra parte.