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Días pasados, el periodista y escritor Xavier Moret presentó su último ensayo: Mallorca, abierto todo el año (Ediciones Península). Su autor, que tiene varios bestseller publicados, ahora presenta este libro de viajes sobre Mallorca de la que es un gran conocedor y nos invita a traspasar los tópicos y a descubrir los maravillosos enclaves de este paraíso cercano que es Mallorca. Hasta ahora, la gran mayoría de visitantes de la Isla se limita a conocer las playas durante los meses de verano y poco. En esta obra, Moret escribe sobre la belleza y la gastronomía de los 52 pueblos mallorquines porque la Isla tiene mucho más que sol y playa. «En Mallorca, parece que el tiempo se detiene», dice.

Si vamos en invierno, podremos admirar los almendros y los naranjos en flor como los de Japón o quizás llegar hasta el Miramar de Ramon Llull y contemplar las puestas de sol sobre el Mediterráneo; o ir hasta Pollença con sus frondosos pinares y admirar la tempestad que también es bella, como decía Costa i Llobera en El pi de Formentor; o acercarse a Valldemossa, la que fundó el árabe Mussa, y andar por sus bellas callejuelas, las que años más tarde recorrería George Sand o Catalina Tomàs; y muy cerca está el pueblo de Deià, que sigue igual que cuando Robert Graves escribió Bajo la sombra del olivo; o subir por las montañas de Lluc para contemplar los olivos milenarios que no tienen nada que envidiar a los de Getsemaní; o la Catedral de la luz mallorquina, construida junto a la belleza de la costa marítima de este reino dins la mar.

Uno puede admirar el Mare Nostrum, el que un día recorrió el filósofo griego (Aristóteles) hasta sa Cova Tancada de Alcúdia, donde conoció a la bella Nuredduna y se enamoró de ella. Fue un amor correspondido, pero el pueblo la condenó a muerte por hablar con un extranjero. Como prenda de su amor verdadero, éste le regaló la lira con la que desde Grecia había viajado hasta Mallorca y mientras este genio regresaba a Grecia, Nuredduna, junto con las pulidas piedras del mar, le cantaba: «Per un batec de l’ànsia amb què ton cor expira, daríem les centúries de calma que tenim».