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Diversidad, naturalmente, diversidad es la palabra del milenio. Seguida de cerca por inclusividad, que si bien ni siquiera figura en el diccionario, es la única respuesta a tamaña diversidad. Incluirla, ser inclusivos. Yo de natural soy muy inclusivo, no necesito que me lo ordenen, lo incluyo todo sin problemas. Si acaso mi problema es que, pese a ser la palabra del milenio, que resuena por doquier se hable de lo que se hable, no me parece que haya tanta diversidad como dicen. De hecho, casi todo es la misma mierda, y como mucho hilando muy fino, la diversidad está en el envase. Las criaturas animales o vegetales, igual que los planetas y las galaxias, se diversifican por detallitos y matices, y si bien entre un chopo y una lechuga parece haber mucha diversidad, a poco que te fijes no es para tanto. La taxonomía puede distinguir centenares de tipos de arañas (la diversidad arácnida es asombrosa) por los pelos de las patas o las manchas del abdomen, pero todas son arañas del copón.

También hay poetas líricos o épicos, neoclásicos, modernistas o simbolistas, así como versos libres, alejandrinos, endecasílabos o el célebre verso suelto, pero siempre hablamos de lo mismo. Poesía. Diversa y más o menos poética, pero la misma vaina. Mucho mito es lo que hay en la diversidad; en serio, no es para tanto. Vale, de acuerdo, hay que proteger y salvar la diversidad, pero a veces, si no me avisan de que alguien (o algo) es diverso, ni me entero, no veo la diferencia. Que según cuentan es más que notable. Hay diversidades de todo tipo. Biológicas, culturales, raciales, nacionales y por supuesto sexuales, pero esos ejemplares diversos son tan similares (salvo detallitos) que ni me fijo. Por suerte, nuestro presidente Sánchez sí, de ahí que hace días proclamara que «Ante los grandes retos globales, debemos articular respuestas ambiciosas con un enfoque inclusivo».

En efecto, a mayor diversidad, más inclusividad. De momento, el Gobierno ya ha articulado una campaña publicitaria sobre la diversidad sexual, la más antigua de las diversidades, como prueba la cólera de Aquiles en La Ilíada por la muerte de su amado Patroclo. Una cólera muy inclusiva. Yo incluyo todo lo que haga falta, pero me perdonarán si no veo la famosa diversidad por ninguna parte. Salvo en los envases.