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La semana pasada fue una semana movida, pero positiva en muchos casos. Empecemos contando que McDonald’s dejará Rusia tras más de 30 años e inicia la venta de sus restaurantes. Este hecho supondrá obtener muchos beneficios, sobre todo en la salud de los niños y jóvenes rusos.
En otro orden de asuntos, nos llegó la buena noticia del regreso del campechano Real a España. Con dos años de exilio, expulsado de la vida de monarca, nos evitaremos contemplar el fallecimiento de don Juan Carlos desterrado de la patria cada vez más republicana y antimonárquica. Lo que me parece un feo enorme es el de su hijo Felipe VI que, visitando Abu Dabi, no fue a ver a su padre y solo mantuvo una breve pero intensa charla con él, en un gesto muy Borbón, porque ya el propio Juan Carlos traicionó a su padre, don Juan, por expreso deseo de Franco. La ley del karma siempre es inexorable.

Y luego, para bordar una semana plena de acontecimientos notables, lo de Eurovisión. Nada como estar un país en una guerra mediática para ganar el premio gordo. Y uno se pregunta varias cosas: ¿No bastaba con bailar bien, tener un espléndido trasero y poseer madera de estrella, como tiene Chanel, para ganar de forma merecida? Pues no, la táctica esa del correo popular suele obrar tongos, como así sucedió en una votación amañada para que Ucrania ganara Eurovisión.

Hay guerras de primera clase y otras de segunda o tercera, como la de Yemen o Afganistán, donde la mujer vuelve a ser obligada a llevar burka y no cobra ni tiene días libres por padecer la regla. Un mundo de locos donde, si no hay guerras, no hay negocio. En fin, viva Chanel sin ser número cinco.