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Ahí fuera hay gente muy enfadada, tengan cuidado. Una incursión por las redes sociales puede darnos la medida del nivel general de cabreo. Parece que viviéramos en mitad de un apocalipsis zombie, que una raza superior hubiese decidido convertirnos en comida y tuviésemos que pasar el resto de nuestras vidas metidos en macrogranjas. A veces, el fútbol o Eurovisión nos hacen gritar en nuestros sofás, pero esto habla más de la decadencia de nuestra sociedad que de una verdadera felicidad de vivir.

Como decía Odo Marquard, filósofo alemán fallecido en 2015, vivimos bajo la ley de la importancia decreciente de los restos, es decir, cuanta más negatividad desaparece de la realidad, más irrita la negatividad que queda. O dicho de otro modo: no somos capaces de disfrutar de los nuevos logros, los damos por supuestos, en cambio, las fallas que aún perduran concentran toda nuestra atención.

He visto a gente perder la cabeza por tener que pasar un día entero sin wifi, por no poder sentarse en su mesa predilecta de su restaurante favorito. Lo dicho, tengan cuidado cuando salgan ahí fuera. Estamos todos muy enfadados.