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Gabriele Poppelreuter es una alemana reconvertida en mallorquina. Está completamente enamorada de Deià, donde es teniente de alcalde y donde piensa vivir el resto de su vida: «Aquí vivían mis abuelos, conocí a mi marido y nacieron mis hijos… y aquí quiero que me entierren», afirma. Le pedí una entrevista para que me contara la insólita labor que realizó en 1979 y se sorprendió: «¿De verdad quieres saberlo? Esto ya no interesa a nadie». Nos vimos en la puerta de Sa Font Fresca, un bar a la entrada del pueblo, justo cuando pasaba un pelotón de ciclistas suecos a toda velocidad: «¡¡Ehhh, más despacio!! Un día les echo tachuelas», dijo entre risas.

Gabriele tenía 22 años cuando una asociación le encargó exhumar los cuerpos de alemanes muertos en las dos guerras mundiales enterrados por toda España. Durante cuatro años se dedicó a identificarlos y reunirlos en un cementerio alemán en Cuacos de Yuste (Cáceres), donde murió Carlos I de España y V de Alemania. Se trataba, sobre todo, de aviadores y marinos muertos en accidentes o combates cerca de la costa española que llegaron arrastrados por el mar y los lugareños los enterraron en el cementerio más cercano. Al final, Gabriele encontró 26 de la Primera Guerra Mundial y 154 de la Segunda.

Gracias a un libro de José Carlos Violat, sabemos que en Baleares hallaron 19 cuerpos: ocho en Mallorca, siete en Ibiza, dos en Formentera, uno en Menorca y uno en Cabrera. Este último sería el más famoso por la llamada ‘leyenda del lapa’. El aviador Johannes Bockler fue enterrado en Cabrera en 1944 tras estrellarse su bombardero. La leyenda dice que hubo un error y que el cuerpo que se llevaron a Cuacos de Yuste no fue el suyo y que por eso el espíritu de Bockler deambula todavía por la isla. Gabriele confirma que es todo falso: «Estuve en la exhumación y no hay dudas. No hubo ningún error. Si no, no podría dormir».

Gabriele forma parte del gobierno del alcalde Lluís Apesteguia, líder de la coalición de izquierda soberanista Més per Mallorca. Es un equipo transversal, con diferentes ideas: «No coincido en algunas cosas con Lluís, pero le quiero mucho». Sobre el tema de memoria, dice que «en Alemania se enseña todo, pero aquí solo una parte; solo se cuenta lo malo de la derecha». Recuerda que su padre luchó en el ejército nazi por obligación y pasó tres años prisionero de los americanos. «Hay que mantener la memoria pero separar la ideología. Una guerra es cruel para todas las partes».