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La convicción de que algo no funciona en nuestro país va acompañada de la presunción de saber por qué no funciona. A mi entender, no funciona debido a las siguientes razones: Una: se juzga mal, la razón es que se juzgan casos aislándolos, es decir, fuera de contexto, y por tanto fuera de su lógica. Habría que devolver el vigor a la advertencia clásica del derecho: distingue tempora et concordabis iura, que implica constatar que cuando cambian las épocas cambian las maneras de sopesar los hechos. Otra: no es lo mismo sed de justicia que sed de venganza, y la memoria histórica que siempre debe ser la memoria de las víctimas, no debe ser nunca la memoria de una sola parte de ellas.

Otra más: la escisión entre derecho y deber. Mientras a la Declaración de los Derechos del hombre no le acompañe una Declaración de los Deberes del hombre, los derechos se quedan sin obligación efectiva de ser respetados.

Y otra, todavía: el aparato del estado multiplica sin rigor y sin cesar la burocracia. Le es muy difícil al ciudadano medio saber a qué atenerse en su diario vivir: cualquiera de sus movimientos queda sometido a más inflados reglamentos que le conducen a más cuantiosas ventanillas a ingresar pagos más elevados, sabiendo menos su porqué.