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El Ajuntament de Palma publicita día sí y día también las mejoras que introduce en las líneas y autobuses de la EMT, pese a que la realidad, la que vivimos los ciudadanos que utilizamos este servicio no tiene nada que ver con el autobombo municipal. Frecuencias desfasadas, trayectos diseñados por personas que no se han subido nunca a uno de estos vehículos, información deficiente, cuando no nula y cientos de pasajeros hartos.

Es un despropósito que en plena era de la tecnología la aplicación no sólo falle, sino que ni siquiera se corresponda con la que aparece, si es que lo hace, en los paneles informativos. Y en este tema, paradas como las de la plaza de España, Progrés o los molinos, en Palma, ocupan los primeros puestos del ránking.

Y eso por no hablar de las veces en las que la espera es superior a los veinte minutos, aunque, tal vez lo que buscan es obligarnos a caminar, porque el ejercicio es muy bueno para la salud. He utilizado mucho el transporte público en otras capitales españolas y puedo asegurar que el de Ciutat es de los peores.