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Creo que ahora es un buen momento para contar su historia porque se cumplen veinticinco años del día en que se retiró. Craig MacTavish ganó cuatro Stanley Cups pero hoy se le recuerda sobre todo porque fue el último jugador de hockey sobre hielo que jugó sin casco cuando su uso era ya obligatorio. Aquella temporada 1996-97, en la cual formó parte de los Saint Louis Blues, era el único jugador del equipo y de toda la liga que salía a la pista sin llevar protección alguna en la cabeza. Y lo hacía invocando una norma, la llamada ‘cláusula del abuelo’, que tenía su origen en una ley promulgada en algunos estados del Sur de los EEUU a finales del siglo XIX que estaba ideada para negar a los negros el derecho al voto.

Mediante la ‘cláusula del abuelo’, que establecía que, se cumplieran o no los requisitos generales demandados para votar –residencia, pago de impuestos...–, uno podía hacerlo si sus antepasados ostentaban ya ese derecho antes de la Guerra Civil, se aseguraba que la ley solo afectase en la práctica a los negros.

Aunque la obligación de usar casco en la NHL se estableció en 1979, fue el mismo espíritu emanado de esa cláusula el que permitió que a los jugadores en activo se les reconocieran los derechos adquiridos de manera que quienes habían firmado un contrato profesional con anterioridad a ese año fueron autorizados, bajo su responsabilidad, a seguir jugando tal como lo venían haciendo hasta entonces. Aquel año fueron casi todos. Craig MacTavish lo hizo durante 17 años más hasta quedarse solo. Podrían haber sido 18. La temporada 1984-85 se la pasó entera en la cárcel después de que, borracho, un día embistiera con su coche al de una mujer de 26 años que se llamaba Kim.