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Una charlita de tres horas sobre los peligros del alcohol y las multas por botellón desaparecerán para todos los jóvenes de entre 14 y 17 años que opten por esta medida para eludir la infracción, como si acudir a un «cursillito» y escuchar lo que les han dicho mil veces y se saben de memoria, fuese a terminar con el problema.

La iniciativa, presentada a bombo y platillo por la concejala de Seguridad Ciudadana del Ajuntament de Palma, Joana María Adrover, es puramente propagandística y escasamente eficaz, básicamente porque a esas edades se creen inmortales y los gravísimos efectos del alcohol no van con ellos, por lo que aguantarán el ‘rollo’ y el fin de semana siguiente volverán a beber de forma descontrolada.

¿No sería mucho mejor que realizasen cursos de verdad, que visitasen centros especializados en el tratamiento de estas adicciones y escuchasen las historias de boca de los afectados? Así se darían cuenta de que el «yo controlo» es una falacia y que su salud, su futuro, su vida, en definitiva, puede verse gravemente comprometida.