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Graciosa, como mínimo, ha sido la reacción que ha suscitado una de mis últimas columnas respecto a las señales y las señalizaciones que en esta Isla se llevan a cabo, sobre todo por los/as que se han ofendido mucho conmigo al decirme que no por no usar intermitente mientras conducen son gente que no sabe lo que hace o deja de hacer.

Pues bien, observando por enésima vez el otro día el estado del tráfico, llegué a la conclusión de que, efectivamente, lo que ocurre en esta Isla a nivel viario es una cuestión de atributos, y mira por dónde que en este caso concreto la identidad sexual no es en absoluto determinante, ya que he constatado que lo hacen por igual tanto hombres como mujeres. Es decir, que como nunca me ha parecido ni medio normal que la gente detenga su vehículo en doble fila en una vía de acceso al centro que además solo tiene dos carriles, y de que la policía haga la vista gordísima ante semejante hecho (al menos, hasta el día que alguien se despiste y suceda un choque en cadena y el político de turno salga a decir por la televisión que es que no puede ser y que es «el colmo»), al final he llegado a la conclusión de que es exactamente eso: que la persona en cuestión tiene unos atributos tan gordos que se cree con derecho divino tanto a obstaculizar la circulación como a no ofrecer a los demás las correspondientes indicaciones.

Así que si usted es de esos/as de descomunales atributos, enhorabuena, pero la verdad es que podía quitarlos de en medio para que los conductores normales pudiéramos circular en paz y sin miedo a tener un accidente.