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Debió ser una frustración o desengaño de un novio fracasado. Lo cierto es que llama la atención esta inscripción en la pared que da entrada a Son Ximelis de Son Roca. Cada vez que paso por allí, me dan ganas de reinterpretar aquellas palabras y darles un sentido trascendente y espiritual hermanándolas con otras palabras atribuidas a Santa Teresa de Ávila: «No me mueve, mi Dios, para quererte, el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido, para dejar por eso de ofenderte. Muéveme, el verte clavado en una cruz y escarnecido».

Al estilo del que hizo aquella inscripción en Son Ximelis, cada cristiano, si es consciente, podría añadir: Sinceramente, Jesús, «me quisiste demasiado». Sólo cabe decirte: debo corresponderte adecuadamente. Éste es el pensamiento que todos los santos y santas habrán tenido alguna vez: si Jesús ha hecho tanto por mí ¿qué debo hacer yo por Él? … A la caída de la tarde seremos juzgados sobre el amor, que habremos manifestado a Dios amando a nuestros hermanos y hermanas… Me fui a dormir con este pensamiento, mientras morían las últimas brasas en la chimenea de ‘Son Homar de na Bet Salom’.