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LLa agenda de la semana política está clara: habrá encuentro en La Moncloa -al fin- entre el jefe del Gobierno y el líder de la oposición y habrá primera ronda de las elecciones presidenciales francesas el próximo domingo. Y ¿qué relación tiene una cosa con otra? En principio, ninguna, más allá de que pueden apreciarse no pocas concomitancias entre quien es hoy el político estelar en España, Alberto Núñez Feijóo, y el más probable ganador de las elecciones galas, el actual presidente Emmanuel Macron. El galo y el gallego comparten el ser el penúltimo baluarte frente al avance de una ultraderecha con la que, sin embargo, no tienen otro remedio que convivir.

Claro que hay una distancia entre el galo y el gallego. Y entre Francia y España, desde luego. Y entre el PP y ‘En Marche’, el partido que formó Macron de la nada en 2016 para ganar las presidenciales de 2017 ante el hundimiento del socialismo -que se va a certificar este domingo con el desastre de Anne Hidalgo- y la pesadilla de la ultraderecha lepenista. Pero, si usted lo observa más de cerca, comprobará que entre la formación macroniana y el ‘nuevo’ PP que diseñó Feijóo el pàsado sábado en Sevilla existen ciertas connotaciones, sin duda buscadas por Feijóo: la obsesión por situarse en un centro que estaba abandonado y por dialogar con una izquierda moderada que hoy por hoy, en Francia, busca una identificación ante el previsible hundimiento del PSF.

Resultaba indeseable la hipótesis, no tan absurda hace tres semanas, de que, como ocurre en Francia, la oposición al Gobierno radicase en las formaciones más o menos de ultraderecha, populistas. Creo que Feijóo se lanzará a una ‘colaboración crítica’ con el Pedro Sánchez con el que dialogará esta semana y se irá distanciando inexorablemente de la formación de Abascal, con la que, sin embargo, suprema contradicción, convive en Castilla y León, hasta cierto punto en Madrid y convivirá en Andalucía tras las elecciones, cercanas, en esta Comunidad.