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El parte económico de guerra revela, en primer lugar, incertidumbre. Es difícil de medir, pero es tangible. Existen dos procedimientos: los indicadores DENSI (digamos el sentimiento económico en España); y el EPU (incertidumbre sobre políticas económicas). El DENSI ha caído más de un punto en las tres semanas de guerra. El EPU ha aumentado 0,4 puntos en idéntico período. La incertidumbre, por tanto, aumenta según estas métricas: no es solo un estado de ánimo.

En segundo lugar, es importante, ante los impactos de la guerra y con la inflación y sus consecuencias como factor clave, tener en cuenta las previsiones más recientes del Banco Central Europeo, en su Consejo de Gobierno en Frankfurt. El cuadro macro para la UE, en porcentajes de crecimiento, es el siguiente:

Los datos sugieren:
- Ralentización del crecimiento por los impactos de la guerra;
- Idea inicial de que no se va a una estanflación;
- Noción de que, por tanto, la política monetaria no debería ser abrupta: esta tesis debería defenderse en foros europeos, por su enorme trascendencia;
- Gradualidad en la política monetaria: menos compras de bonos, con periodicidad mensual (de 40MM a 20MM de euros entre abril y junio, proxy);
- Contención en las subidas de tipos de interés, que podrían reactivarse en el tercer trimestre del año, en función de la evolución de la guerra y de sus impactos.

En tercer lugar, el repunte de la inflación puede tener efectos de segunda ronda. Datos de febrero: incrementos salariales con repunte del 2,3 %, convenios que afectan a 4,4 millones de trabajadores. No se aprecian consecuencias de segunda ronda, por ahora.

En cuarto lugar, las propuestas:
- Urgencia por alcanzar un pacto de rentas, que afecte los beneficios empresariales y los salarios. Pretender que la guerra va a tener un coste cero es ilusorio.
- No a rebajas de impuestos generalizadas: imponer cargas fiscales precisamente a quienes están obteniendo beneficios caídos del cielo, por la conformación de los precios energéticos. Reducciones impositivas generarán contracciones en ingresos: menores capacidades para políticas de gasto público.
- Mantenimiento de la política fiscal, dirigiendo los esfuerzos hacia los sectores vulnerables. Progresividad en ingresos y gastos.
- Importancia en incidir para la relajación del déficit y deuda en la Comisión Europea.
- Trabajar con un horizonte de inflación a corto plazo; sin descuidar que la inflación a medio plazo puede ser de menor intensidad, máxime si la guerra concluye en un plazo digamos que razonable. La distorsión de todo esto estriba en precios energéticos y, particularmente, en la electricidad.
- Situar el precio máximo mayorista de la electricidad en 184 euros es una medida de contención, insuficiente. Máxime cuando las series históricas situaban ese valor entorno a los 50 euros. La corrección se debería acercar más a esa media, más razonable y acorde con los precios del mix energético.