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Entre los pocos intelectuales que nos van quedando en España, destaca Andrés Amorós, de cuya amistad me precio y cuya amistad me honra. Es uno de los últimos representantes de la gran tradición cultural que tuvimos y que, según mi abogado, individuo también muy inteligente y leído, Juan Manuel Rodríguez Prada, se ha perdido. Renunciar y desconocer nuestro patrimonio cultural, en aras de una globalización huera, es una de las cosas más graves que estamos sufriendo y que va ocurriendo de forma solapada y con la fuerza de una apisonadora.

En tal contexto leer un libro como el de Amorós, Las cosas de la vida. Guía de perplejos (editorial Fórcola) es un ejercicio tan saludable que nos reconcilia con lo que pudo ser y no fue: un país como el nuestro que apuntaba bien hace treinta años, con sus inquietudes y su necesidad de saber y entender y que se ha venido abajo –sobre las ruinas de nuestra inteligencia (Gil de Biedma)– como un castillo de naipes.

Cualquiera vale para todo (no hace falta dar nombres, doctores tiene La Moncloa) y la sabiduría no vale para nada. Precisamente de eso trata el libro de Amorós: de la urgencia de recuperar con fuerza lo que es nuestra esencia. Lo superfluo lo anega hoy todo, volvamos por lo menos «a unas pocas palabras verdaderas» (Antonio Machado).

El florilegio o cuerno de la abundancia del profesor Amorós es un compendio de citas comentadas que ponen sobre la mesa las eternas preguntas sobre la vida que nunca cambian porque son consustanciales al ser humano. La diferencia es que unas personas lo abordan de una forma y otras de ninguna y ese abordaje con un equipaje adecuado de autores clásicos, desde Séneca a Cervantes, Wilde o Borges, es lo que permite un enriquecimiento que por lo menos conduce al libre albedrío y, desde luego, en estos tiempos de borregadas y muy tutelados (por utilizar un eufemismo), a lo políticamente incorrecto que ya solo practican, algunos perplejos y descarriados. La amistad, la libertad, la memoria, el silencio, el dolor o el arrepentimiento son conceptos que va desgranando nuestro escritor de una forma amenísima, con delectación, y a sabiendas de que son temas y preguntas sin respuesta «que nos dejan perplejos pero no desesperados» (San Pablo).

El libro rebosa de verdaderas palabras comentadas con amenidad y a la vez con profundidad. Como botón de muestra, estos espléndidos versos del conde de Villamediana (1582-1622): «Perdido dentro de mí, / como un desierto estoy… / Lleno de contradicciones, / por caminos diferentes, / muero en los inconvenientes / y ando a buscar razones». El subtítulo del libro de Amorós es «guía de perplejos», frase que toma de Maimónides, a este respecto quisiera recordar que en el Departamento de Filosofía de la UIB tenemos al catedrático mallorquín Miguel Beltrán Munar, uno de los primeros especialistas mundiales en las filosofías de Baruch Spinoza y de Maimónides. El Dr. Beltrán es autor de El Dios de Maimónides.