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La UE ha mostrado históricamente un marcado déficit energético, sobre todo en lo relacionado con la disponibilidad de hidrocarburos. Esta situación la ha hecho depender de proveedores externos, de los cuales llega a importar hasta un 53 % de los hidrocarburos que utiliza y donde Rusia se sitúa a la cabeza como el proveedor del 40 % del gas natural que consume. África se perfila como una de las mejores opciones para satisfacer la demanda energética de la UE. Los países que forman parte de este eje, Argelia, Egipto, Libia y Marruecos, cuentan con grandes reservas de hidrocarburos, el primero de ellos, de hecho, es considerado como el mayor productor de gas natural en el continente. Otros, como Marruecos o Egipto, cuentan con un alto potencial en energías renovables como la solar y eólica. Tal es esa disponibilidad energética que se plantea que para 2040 algunos de estos países contarán con un excedente de gas y petróleo. Además de los excedentes en hidrocarburos, otros factores que hacen bastante atractivo el norte africano, es el principio de proximidad geográfica. En este caso, la cercanía con el mediterráneo y la infraestructura ya existente entre países como España y Argelia, o entre Argelia, Marruecos y España, así como las conexiones entre Libia e Italia dan cuenta de las enormes posibilidades de abastecimiento energético continúo ‘sin Rusia de por medio’.

Incluso se habla de nuevos yacimientos en lugares como el golfo de Guinea y los nuevos proyectos de explotación asociados, que proyectan la construcción del gasoducto transahariano que uniría dicho golfo con el Mediterráneo, aumentando la capacidad de flujo de hidrocarburos a gran parte de África y Europa. Adicionalmente, el norte de África suma enormes beneficios alrededor de las energías limpias. Por su gran extensión desértica, la radiación solar en esta zona de África ronda los 2.400 kilovatios por metro cuadrado, lo que permitiría generar hasta 250 gigavatios de energía por hora. Con este potencial, Europa podría abastecerse hasta en un 20 % de energía solar proveniente de esta zona continental para 2050. Así las cosas, un intercambio energético más amplio y estable, entre Europa y el norte de África puede contribuir a afianzar las relaciones comerciales y políticas de la UE con sus vecinos africanos, así como posicionar el sur europeo, con España a la cabeza, como un socio estratégico para la distribución de hidrocarburos al resto de Europa.

En definitiva, el conflicto actual y las tensiones con Rusia por el suministro del gas, así como la injerencia económica de otras potencias como China en el conjunto africano, deben alentar a la UE a tomar decisiones en el corto plazo orientadas a considerar África como el principal proveedor energético para la región. Aunque en el pasado han sido numerosas las iniciativas por parte de Europa para promover la integración energética, y de paso generar una mayor vertebración económica con África, persisten numerosas dificultades para hacer real un mayor intercambio energético e incluso comercial. En este sentido, es urgente que la UE apueste por una mayor cooperación tecnológica con el continente, así como una mayor inversión social y en infraestructuras como un primer paso para gestar una cooperación energética más estable y real entre ambas regiones.