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Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.), político y orador romano, afirmó: «La honradez es siempre digna de elogio, aún cuando no reporte utilidad, ni recompensa, ni provecho».

La honradez es una de las mayores virtudes morales que pueda poseer el ser humano.

No nos cansemos de elogiar y practicar la honradez.

La honradez es la bondad consecuente y coherente que busca la verdad.

Sin honradez, las personas no son de fiar y la ética se resquebraja.

Sin honradez, nuestras sociedades no pueden conseguir la necesaria cohesión que las haga creíbles.

Sin honradez, el mundo en el que vivimos no será creíble y se hundirá en la mentira y el engaño.

Sin honradez, los hombres se desviarán del recto camino y no conseguirán las metas éticas que deberían alcanzarse.