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No hay nada para resguardar el trasero de un político mediocre como encontrar otro todavía peor.
Nicolás Maduro nos caerá bien si logra evitarnos las estrecheces petroleras que comenzamos a padecer. Nos va a dar igual que sea un sátrapa iluminado que escucha pajaritos con mensajes del más allá del comandante Chávez mientras mata de hambre a su pueblo. Ahora hay un malo malísimo que eclipsa a todos los demás, ya sean talibanes, ayatolás, o dictadores de diverso pelo y color. Putin aspira, sin duda, a serio candidato al Hitler del siglo XXI –de momento, claro–, de manera que por torpes que sean los dirigentes democráticos de los países occidentales, siempre estarán a años luz de la perversidad del petersburgués.

A su lado, Boris Johnson ya no nos parece tan abominable, Olaf Scholtz tan pichafría, ni siquiera Pedro Sánchez tan embustero. Bueno, en realidad Sánchez no deja de mentir ni debajo del agua. La última trola de nuestro bello presidente es ese disparate de que el exponencial incremento los precios de la energía eléctrica –anteriores a la invasión de Ucrania, claro– ha sido también culpa exclusiva del omnisciente Putin, vaya por Dios. Que España haya renunciado sin una alternativa actual a la generación de energía de origen nuclear, o que nuestro país dependa en gran medida del gas argelino, son dos detalles sin importancia de cuya génesis, por lo visto, nuestra izquierda –y nuestra acomplejada derecha– nada tienen que ver. Ya de paso, podrían aprovechar Francina Armengol o Catalina Cladera y culpar a Putin de los abusos a las menores tuteladas del Consell. Es una idea. De esta forma, se desbloquearía el recibimiento a la comisión del Parlamento Europeo para la que Vicenç Thomàs no encuentra –por más que busca– una triste salita en las antiguas dependencias del Círculo. Si es que el Parlament bulle de actividad a todas horas, porque nuestros políticos no paran de currar hasta en el último rincón y, claro, no cabe una aguja, y menos un séquito de orondos europarlamentarios.

España es el país del ‘y tú más’, y nuestras Islas el paraíso del ‘tanmateix’, de manera que lo mejor que podemos hacer es resignarnos y tragar la estulticia de nuestros legítimos dirigentes, por desmañados que sean, porque siempre nos quedará un Putin para recordarnos que todo es susceptible de empeorar. Miquel Artigues, representante del sector de agroturismos, se queja con razón del toreo de salón de los responsables de la Conselleria de Turisme. La nueva ley turística obvia evidencias que solo es dable que se salte quien no ha pisado jamás un agroturismo salvo para levantar actas de inspección. A Negueruela, cuya relación con el sector se limita a una sumisa genuflexión ante las grandes cadenas hoteleras, no se le pasó por la cabeza que las possessions no son solo hermosos edificios, sino un símbolo de un mundo que le es por completo ajeno, pero que incluía un mobiliario característico. En las possessions no hay kellys, sino empleados multifunción, que no precisan de camas elevables como en los gigantescos hoteles de las grandes cadenas de sus amigos. Pretender sustituir un llit entorcillat por una espantosa cama metálica demuestra que, para que te den un cargo, no hace falta saber casi nada, solo tener el carnet adecuado.