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Era el verano de los 70 y la vida en Baleares discurría a través de un sistema agrario profundamente instaurado. Tres mujeres vestidas con su traje de labranza pasean de la mano por un sendero pedregoso. De frente, con largas melenas y barbas, cuatro hippies caminan por el mismo sendero. A su encuentro se dispara un flash. Se iba a revelar una foto icónica para las Islas Baleares. La primera prueba gráfica del cruce de culturas. Las Islas Baleares son hoy lo mismo que esa foto: tierra y modernidad.

Hoy, nuestras políticas en transición energética nos sitúan pioneras en España en energía verde. Somos la primera Comunidad Autónoma que pone en marcha una empresa pública de energía eléctrica para abaratar el precio de la luz. Una inversión sin precedentes en transición energética y una ley de Ciencia en ciernes activarán sectores innovadores y tecnológicos. Con el mismo empeño, seguimos impulsando el sector primario para ensanchar las opciones de ganarse la vida y para que trabajar del campo o del mar se resuelva con un buen salario.

Con una presencia muy reducida en el gobierno estatal, aprobamos una reforma laboral por la que 52.000 contratos temporales podrían pasar a fijos en Baleares. El arquetipo del trabajador precario llega a su fin y eso se traduce en más estabilidad laboral y económica a las familias. Mientras otros partidos van sin propuestas al Parlament nosotras seguimos negociando, al milímetro, con el PSOE, el modelo que ha de garantizar un futuro más próspero. Por eso es necesario instaurar nuevas formas de consumo energético, construir un sector económico paralelo al turismo y abrirnos a otros mercados. Todo con la protección férrea de la cultura, la tradición y el idioma propio de Formentera, Ibiza, Menorca y Mallorca. Conservar nuestra esencia es insoslayable, no podemos perder todo aquello que nos une porque ahí pervive nuestra mayor riqueza.

Estas islas han sido siempre ejemplo de multiculturalidad y también, destino mundial de libertad. Unas tierras generosas y cautivadoras que han inspirado a artistas de todo el mundo. Con una población que ha defendido con garra sus elementos culturales por un lado y la apertura a los nuevos tiempos y a las nuevas ideas por otro. Un equilibrio increíblemente carismático entre tradición y progreso que solo es posible en las Islas Baleares.

Cuando el capitalismo feroz desembarcó aquí, trajo cierta prosperidad; pero hay quienes alertaron sobre la imposibilidad de crecer sin límite en un territorio finito. Una vez pasado el pico de máxima bonanza laboral, los sueldos se estancaron, los contratos se precarizaron y la vida se volvió insoportablemente cara. Hoy el sistema ha colapsado por agotamiento y parece claro que tras la crisis de la COVID 19 surgirá un modelo nuevo. Este tendrá que seguir abrazando el acervo de tradiciones y culturas que significan nuestro pasado; pero también mostrando cómo las Islas Baleares son y serán vanguardia sociocultural. En el año 2016, se inauguraba en Ibiza la estatua de los hippies protagonistas de la famosisíma foto portada de Pachá en los 90. Allí, frente a Dalt Vila está la prueba indiscutible de que tradición y modernidad han podido entenderse y de que lo seguirán haciendo. Feliç Dia de les Illes Balears.