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En La Moncloa observan con cautela la crisis que está desencajando al Partido Popular. Por una parte, anotan las ventajas políticas que ofrece la situación, porque aunque nominalmente sigue al frente del PP calculan que solo es cuestión de tiempo que Pablo Casado renuncie a la presidencia del partido. Su emotiva intervención en el pleno de control al Gobierno tuvo hechuras de despedida y así cabe interpretar el aplauso de su grupo parlamentario, que le había abandonado la víspera precipitando la renuncia/destitución del secretario general, Teodoro García Egea. Con el PP descabezado, y a la espera de la reorganización de la cúpula de la que pueda surgir el nuevo liderazgo entorno a Alberto Núñez Feijóo, durante algún tiempo el papel del portavoz del primer partido de la oposición quedará muy debilitado cobrando, sin embargo, relieve la figura de Santiago Abascal, líder de Vox.

El crecimiento de Vox a costa del PP servirá en bandeja a Sánchez y a otros portavoces de los partidos de izquierdas el discurso del miedo. Un relato capaz de movilizar a sus partidarios. En La Moncloa dan por amortizado a Casado pero preocupa la llegada de Feijóo. Preocupa que sea elegido para presidir el PP pasando a ser el candidato de los ‘populares’ a la Presidencia del Gobierno. Analizan que Núñez Feijóo da el perfil para centrar una opción que en términos políticos podría aglutinar los votos de un PP otra vez unido alrededor de su líder, al tiempo que podría atraer a los votantes de un partido como Cs que está en fase de liquidación.

A dos años vista de las elecciones generales con Feijóo al frente, el PP estaría a tiempo de reorganizar candidaturas provinciales dejando atrás la etapa Casado/García Egea. De ahí la preocupación que parece que despierta en la izquierda el hipotético desembarco de Núñez Feijóo en el escenario nacional. Habrá que esperar para saber si el presidente de la Xunta da el paso. No hay que olvidar que, en términos políticos, Madrid impone.