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Creo que nuestro grandísimo autor Cristóbal Serra aceptaría que use su devoción por las Sagradas Escrituras para reproducir una cita de corte religioso de la carta del apóstol Santiago (3, 13-18): «¿Hay alguno entre vosotros sabio y entendido? Que lo demuestre con una buena conducta y con la amabilidad propia de la sabiduría. Pero, si tenéis el corazón amargado por la envidia y las rivalidades, no andéis gloriándoos, porque sería pura falsedad. Esa sabiduría no viene del cielo, sino que es terrena, animal, diabólica. Donde hay envidias y rivalidades, hay desorden y toda clase de males».

Un fragmento que me sitúa ante la política actual, donde semanalmente la falta de cualquier tipo de virtud genera un espectáculo patético que desconcierta a los ciudadanos. Lamentablemente ocurre en todos los niveles de gobierno y nos lleva a reclamar una mayor dignidad y transparencia del sistema y que pasa, en primer lugar, por la gestión y financiación de los principales protagonistas: los partidos políticos. Creo que esta democracia tan frágil que nos ha tocado vivir atraviesa malos momentos porque los partidos están mostrando toda su fealdad y sus entrañas se alejan mucho de la función a la que sirven. Para sustentarse se ha vinculado a una prensa que en ocasiones termina suplantando a los propios políticos y manipulando en muchas ocasiones la realidad y la opinión pública. Se extiende de manera preocupante un servilismo absoluto de los medios y una simbiosis tóxica que se asemeja a las puertas giratorias que nadie ha querido bloquear. Las imposibles dignidad, objetividad e imparcialidad de quienes relatan permitiría mantenernos alejados de la falsedad que describe el apóstol y que es fruto de la envidia y las rivalidades que condicionan la vida interna de los partidos. El oportunismo o el interés no deberían afectar a un periodismo cuya función debería ser velar por el buen funcionamiento de la democracia y poder denunciar aquellos hechos que puedan dañar la confianza de la sociedad.

Pedimos objetividad a los políticos y no la tienen cuando son cautivos de unos periodistas que les condicionan con sus relatos o les hacen creer que determinadas manifestaciones o actuaciones podrán recibir un mayor y mejor rédito periodístico. Deberíamos saber prescindir de la prensa que está únicamente al servicio del poder. La función de esos periodistas y community managers debería ser neutra y muy alejada de lo que resulte un engaño o manipulación. Las cuentas institucionales de Twitter no pueden ser utilizadas al capricho del jefe de prensa de turno. No debería repetirse que por despecho o por no saber encajar duras críticas nuestro Govern (@goib) en plena reforma turística se permita bloquear al presidente de la patronal nacional de viviendas turísticas (Fevitur). Bochorno al alza, sea por los políticos o sus periodistas de cabecera que terminan siendo extensiones de los partidos. Todo por un sueldo, nada que ver con la ideología. Es el peor cautiverio.