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Al margen de otras perspectivas, hoy me centraré en lo que afecta al bolsillo de todos, sin distinción de colores. Si se atiende a cómo respira la gente en los bares y cafeterías, en el transporte público, en ciertos medios de comunicación y, por supuesto, en las redes sociales, parece que muchos no se han enterado y, por tanto, no lo valoran ni lo tienen en cuenta en sus juicios sobre la situación. Lo cierto es que llevamos el año más caro que pueda imaginarse. Lo peor, con todo, es la «pasividad social» (G. Ventayol)

Ya se sabe que, cuando gobierna la izquierda, la situación económica acaba convertida en un erial. Basta recordar al tristemente celebre Rodríguez Zapatero. Todavía siguen actuando alguna de sus desviaciones e ignorancias. Pues bien, a este paso, el gobierno Sánchez, aliado con los comunistas de Podemos y otras hierbas de izquierda, lo superará con creces. Nunca lo olviden. Las consecuencias de un pésimo gobierno en materia económica acabamos, al final, pagándolo la clase media y las clases más desfavorecidas. ¡Ojo al dato! No se puede vivir tan alegremente, como si nada fuese con uno.
Me permito la licencia de ofrecer algunos datos objetivos. El IPC, después de diversas subidas, se ha situado en la cuota histórica del 6,7 %. El precio de la electricidad está por las nubes. El otro día me contaba un amigo que el recibo de la luz le había subido de 140 a 320 euros mensuales a partir de enero.

¿Ha advertido cuánto le supone de subida llenar el depósito de su coche? Y si se fija en la economía doméstica, ¿qué le significa de quebranto la fuerte alza de los precios de la cesta habitual de la compra? Incluso, según el Banco de España, la cuesta de enero se prolongará hasta la primavera o más. Los intereses, según el BCE, subirán de inmediato y con ello el coste de las hipotecas. La perspectiva general, por tanto, es de merma en el poder adquisitivo, que dará lugar a un menor consumo y a una recuperación económica más lenta de lo deseado.

Esta es la cruda realidad, aunque el Gobierno se muestre muy complaciente consigo mismo. España, que ya fue la economía que peor soportó el impacto de la pandemia, va también en la recuperación, según The Economist, a la cola de los 23 países más desarrollados. Déjate de ideologías, que no se atienen a los números. Mira tu cartera, tu bolsillo y tu nómina de ingresos. Echa las cuentas y valora lo que está pasando. No me digas que eres tan inepto como para tirar piedras a tu propio tejado. ¿Por qué has de propiciar vivir tu vida cada día con mayores estrecheces? No caigas en la trampa ideológica. Los datos y cifras económicos son tozudos y acaban por imponerse, te guste o no. ¿Por qué no reaccionas con lógica?

Entiendo que, si eres de izquierda, te muevas por patrones ideológicos y, en consecuencia, tiendas a creer las mentiras y falsos augurios de recuperación. España, aunque te lo oculten, está al borde de la inflación estructural. Eso sí, estamos en los puestos de cabeza en lo referente al déficit y la deuda. Lo cual es señal de suma fragilidad. ¿Por qué no renunciamos a la demagogia podemita y decidimos transitar por el camino de la renovación y las reformas profundas en economía como, por ejemplo, Alemania e Italia? ¿Por qué hemos de seguir engordando el gasto público, santo y señal de este gobierno social comunista? Mucho me temo que, una vez más, volvamos a desaprovechar la gran oportunidad de renovación e inversión que suponen los fondos europeos. Los síntomas son alarmantes.

Las cosas no se arreglan, al contrario, se complican aún más, con el recetario económico de la izquierda desnortada: la subida de impuestos, la fiscalidad. La trampa de las ideas en materia fiscal, en las que está pensando y con las que amenaza el gobierno, consiste en decir que recaerán sobre las grandes fortunas. ¡Cómo manipulan a la gente! Como todo está interconectado, el aumento de la fiscalidad repercutirá en otras cuestiones de especial sensibilidad y, al final, todo recae sobre los mismos, que no son precisamente los ricos. ¡Toma nota!