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Se habla de abusos cuando se produce un uso indebido de personas, bienes, animales o cosas. El papa Benedicto XVI ha sido acusado de conocer, permitir y encubrir los abusos sexuales infligidos a cuatro menores en la archidiócesis de Múnich, Baviera, cuando él era arzobispo de dicha ciudad, en 1973. Dicha acusación sin embargo, proviene de un irregular informe desprovisto de cualquier tipo de prueba o garantía de veracidad. Se trata de pura especulación que se une a la corriente existente en todo el mundo de acusar a la Iglesia de una clase de hechos que, en efecto, están presentes dentro de esa Iglesia y que generan tal repugnancia que uno solo siente tristeza, repugnancia, ganas de vomitar. Sin embargo, en Derecho, toda acusación tiene que ser demostrada.

En respuesta a tal informe que le incrimina sin ninguna base, el Pontífice ha escrito una carta de 8 folios, fechada el 6 de febrero de 2022, donde niega todo conocimiento de los hechos que se le imputan. Niega por tanto encubrimiento por su parte. Sin embargo pide perdón porque aun no habiendo una acción voluntaria de protección de los culpables, aun así, puede darse una dejación culposa del cumplimiento de sus obligaciones, en él mismo y en todo cristiano, al negar el apoyo debido a niños maltratados, mujeres golpeadas… Todo cristiano tiene un deber de reparación, de restauración de la dignidad atropellada porque todos formamos parte de un mismo cuerpo.

El Pontífice expresa su agradecimiento al apoyo, confianza y oraciones que, en todo momento, le ha prestado el papa Francisco y declara «pronto me encontraré ante el Divino Juez –cito de memoria– y en Su Presencia espero encontrar Su Justicia pero también Su Misericordia». Condenable es el abuso de poder que se produce en escuelas, orfanatos, entidades católicas. Pero también es abuso mentir sin pruebas.