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Los últimos movimientos feministas molestan a muchos hombres. Incluso hay quienes se sienten atacados y se escuchan por ahí comentarios que critican el afán de algunas mujeres por juzgar a todos los varones por el mismo rasero, lamentos de quienes se sienten injustamente sentenciados como miembros de una ‘tribu’ agresiva. Sabemos que nunca es todo negro o blanco, que existen millones de matices de grises, pero, ¿qué quieres que te diga? Las pruebas están ahí. Y no solo en la vida real, también en el universo virtual. Que ya es el colmo, hombre.

Recordemos el interminable rosario de agresiones sexuales llevadas a cabo durante décadas –yo diría siglos o milenios, ya que estamos– por el clero en su versión masculina, porque las mujeres –las monjas– han sido muchas veces crueles y maltratadoras, pero no solía haber ningún componente sexual en sus ataques. Añadamos el acoso permanente en institutos, universidades, centros laborales, incluso entre vecinos. Casi siempre sin denuncia por la pequeñez de las situaciones, prácticamente cotidianas. Y ahora pongamos la guinda a este repulsivo pastel: el metaverso creado por Zuckerberg ya atesora varias denuncias por violaciones múltiples y toqueteos lascivos en sus pruebas iniciales.

¡En fin! Parece que hay millones de hombres ‘normales’, pero también otros tantos que no saben mantener el pajarito en su jaula ni las manos quietas y para quienes una mujer no es otra cosa que un saco de carne donde satisfacer sus asquerosas inclinaciones. Aquí y también allá, en ese supuesto mundo alternativo que, al final, se parece demasiado a este.