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Leer de nuevo: devorar libros con avidez. Adentrarse en una historia y permitir que nos inunde, ponerse en la piel de los personajes de la historia para reír o sufrir por ellos. Hacer mil viajes sin moverse del sofá de casa. Vivir montones de experiencias que nos van a abrir el alma. Eso tan maravilloso e inexplicable que la lectura ha vuelto a ponerse de moda. Nunca entenderé cómo funcionan las modas: algo parece estar denostado por completo, relegado al olvido como los discos de vinilo que renacieron del olvido para recuperar su gloria, pero resulta que, de repente, vuelve de nuevo. Con las novelas y los adolescentes está sucediendo lo mismo. Aleluya.

Me costaba creerlo. Estoy acostumbrada a hacer esfuerzos enormes para convencer a mis alumnos de que la lectura transforma nuestras vida para mejorarlas. He intentado métodos muy distintos de persuasión, pero siempre me ha resultado difícil. Es habitual toparse con el muro inquebrantable de los no lectores, los que no escuchan ni atienden a razones cuando se habla de libros. Sin embargo vuelvo a creer en los milagros. Se ha puesto de moda leer entre los adolescentes. ¿Quién iba a decirlo? Parece ser que todo comenzó durante el confinamiento, que propició una serie de circunstancias favorables a la lectura. Para empezar, las plataformas donde los escritores noveles pueden colgar sus textos y ser leídos por quien lo desee. Una forma de comunicación que ha resultado exitosa. Por otra parte, la edición en formato de libro de una serie de novelas que los adolescentes devoran. No voy a analizar la calidad literaria de esos textos que hablan de historias truculentas protagonizadas por jóvenes. Lo importante es que funcionan: sirven para crear un hábito lector. Hacen realidad el milagro de que un adolescente deje su móvil y se entusiasme por un libro.

Hay que crear esa curiosidad por la lectura, despertar el hábito de leer. Es la fórmula de construcción de lectores. Si una persona comprende que leer es maravilloso, da igual lo que lea. Poco a poco un libro dará paso a otro. Se producirá una evolución natural, y de los best sellers iremos a los clásicos. La literatura es como un veneno: una vez absorbido por las venas nadie se libra de él. Por suerte.