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El Consejo de Seguridad Nacional ha elaborado la Estrategia de Seguridad Nacional 2021, que revisa la de 2017. Contempla el impacto de la pandemia de la COVID-19 y el incremento en el empleo de estrategias híbridas, para permitir enfrentar los riesgos y las amenazas en un renovado contexto de globalización, condicionado por una mayor incertidumbre y un cambio acelerado.

La ESN hace suya la visión integral de la Seguridad Nacional, entendida como «la acción del Estado dirigida a proteger la libertad, los derechos y bienestar de los ciudadanos, a garantizar la defensa de España y sus principios y valores constitucionales, así como a contribuir junto a nuestros socios y aliados a la seguridad internacional en el cumplimiento de los compromisos asumidos». A tal fin, se articula un planteamiento estratégico con tres ejes: proteger la vida de las personas y sus derechos y libertades, así como el orden constitucional; promover la prosperidad y el bienestar de los ciudadanos; y participar en la preservación de la paz y la seguridad internacional. Desde su identificación de España como país de condición europea, mediterránea y atlántica, realiza un recorrido geográfico, donde Europa, Magreb y Oriente Próximo, África Subsahariana, América del Norte, América Latina y el Caribe, y Asia-Pacífico se analizan desde el prisma de la Seguridad Nacional. Considera que en materia de seguridad colectiva, la revisión estratégica de la OTAN supondrá un hito importante, que incluirá la colaboración con la Unión Europea como una de sus líneas de acción.

Hemos de preguntarnos si la nueva ESN de vocación europeísta, con estrechos vínculos con la OTAN, en alianza con los EEUU, en el que se identifica a Rusia como un país de injerencias desestabilizadoras, y que exige un esfuerzo económico (España es el segundo país de la OTAN que menos gasta en Defensa en proporción a su PIB) cuenta con el apoyo de un Gobierno apoyado por unos socios que se sitúan en las antípodas de la esencia del ESN.

Por otra parte, ha quedado fuera de consideración un riesgo que el general Juan Bautista Sánchez Gamboa, que ocupó el cargo de subdirector del Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas, ha señalado en el artículo Kabul, El Prat, publicado en Nuevo Diario: el peligro de la pérdida del control del territorio en Cataluña, lo que es clave para ejercer el poder. El general critica la mesa de diálogo, pues dice que Pedro Sánchez se sienta en esa mesa en condiciones de franca inferioridad, porque, a su juicio, el Gobierno no tiene claros sus objetivos mientras la Generalitat si, y la relación de fuerzas en el terreno está totalmente desequilibrada, pues el control del territorio está en manos de los independentistas.

No hay más que analizar unos datos. Los Mossos d’ Escuadra han visto acrecentados sus efectivos recientemente, por la Junta de Seguridad de Cataluña, en un 20% alegando que «es necesario por el cambio social de Cataluña y la amenaza del terrorismo de la que es objeto». La plantilla se compone de un total de 22.006 agentes. El consejero catalán de Interior, J.I. Elena, dijo hace poco: «Tendremos mozos en tierra, mar y aire…si el control terrestre está, de facto, ya asegurado, se está iniciando ahora el del mar, con el objeto de asumir las competencias de la Guardia Civil y sólo falta el espacio aéreo». Cataluña cuenta también con unos 8.000 policías locales, que coordina la Generalitat.

El general Bautista añade que hay que tener en cuenta también a los grupos radicales y organizaciones nacionalistas extremas, algunas de las cuales tienen formación paramilitar, que son movilizados con eficacia.

Por otra parte, actualmente, el Ejército de Tierra cuenta con dos unidades operativas con base en Cataluña. En el cuartel del El Bruc, en Barcelona, se ubica el Regimiento de Infantería ‘Barcelona’ nº 63, compuesto por el Batallón de Infantería Motorizada, que está equipado principalmente con Vehículos de Alta Movilidad Táctica. En Sant Climent Sescebes, provincia de Gerona, tiene su base el Regimiento de Infantería ‘Arapiles’ nº 62, integrado por el Batallón de Infantería Mecanizada «Badajoz», dotado con Vehículos de Combate de Infantería Pizarro. Suman un total de 700 soldados. Entre guardias civiles y policías nacionales hay 6.885 en plantilla, siempre deficitaria.

Según el mando militar si llegaran los Mossos a hacerse con el control del espacio marítimo e incluso el aéreo, «para cerrar el círculo, sólo restaría desarmar a las dos pequeñas unidades militares con guarnición en Cataluña, cerrar las vías de comunicación e izar la bandera estrellada en el palacio de San Jaime y probablemente Rusia, quizás el Vaticano y algunos otros pequeños estados, reconocerán de inmediato la nueva República». Termina el militar confiando en que el servicio de inteligencia tiene definida y trabaja sobre la hipótesis del peor de los escenarios «que podría ser más trágico de lo que acabo de escribir», advierte. El ESN, por las dos circunstancias señaladas, podría quedar en papel mojado.