Cerramos 2021 con la sombra de la pandemia de nuevo en el cogote, instalada en las neuronas como alimento para la parálisis. La enfermedad llegó como una inesperada tragedia transformada en valiosa arma política para el control de la ciudadanía. Decimos adiós a un año que prometió la vuelta a la normalidad y que parece dar la bienvenida a otro de incertidumbre. Y mientras tanto, hemos comido menos turrón que medidas insólitas, porque el virus, tan real como las 89.000 muertes de este año, ha permitido legitimar decisiones extraordinarias. Se ha convertido en aliado para recortar derechos y para ser una sensacional cortina de humo, no creada pero sí aprovechada, para multitud de acciones impopulares que nos estamos comiendo sin miedo a atragantarnos. Y sin rechistar.
La gran cortina de humo
Palma31/12/21 3:59
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