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Ha habido una campaña en Chile sin escrúpulos de los medios de difusión y de los poderes facticos apoyados por payasos mercenarios de lujo como Vargas Llosa o Leopoldo López. Todo ha sido organizado y dirigido por los sabios pensantes del Club Bilderberg a favor del candidato nazifascista José Antonio Kast. Aun así, el pasado 19 de diciembre, el candidato progresista de centro izquierda Gabriel Boric, rompió todos los esquemas. El pueblo chileno perdió el miedo y dijo sí a la esperanza. La victoria se celebró en la mayoría de países de América Latina. Esta victoria se complementa con la constituyente, el retorno del Movimiento al Socialismo en Bolivia, las victorias recientes de la izquierda en Honduras, Argentina, México y Perú, entre otros. Es una tendencia generadora llamada a ser en el año 2022 la antesala de nuevas victorias, por ejemplo, en Colombia o en Brasil.

Recordemos que en ambos países, la izquierda parte como favorita: Colombia, de la mano del exalcalde de Bogotá y en Brasil, de la mano del expresidente Ignacio Lula da Silva.
En Chile, en las últimas tres décadas, gobiernos supuestamente democráticos de socialdemócratas o demócratacristianos defendieron a ultranza del neoliberalismo. Mucho prometieron y muy poco hicieron. ¡Prohibido olvidar!, nos dijeron. A pesar de ser uno de los países más ricos y desarrollados de América Latina y el Caribe, la desigualdad y la pobreza están muy arraigadas. En 2018, la situación desencadenó un estallido social sin precedentes con motivos más que suficientes: políticos, sociales y económicos. De ahí se forjaron las condiciones objetivas para que la coalición Apruebo Dignidad –formada por el Frente Amplio y el Partido Comunista– asumiera el reto de llevar a Chile a la senda del progreso.

Está claro que consiguió el apoyo popular. Con más de 11 puntos de ventaja, el presidente más joven (de 35 años) de la historia de Chile, Gabriel Boric se alzó con la victoria. Sus principales promesas orbitan entre el fomento de la educación y la sanidad pública de calidad y gratuita. También habla de reducir la vergonzosa e injusta desigualdad. Son promesas que se podrán llevan a cabo con la ilusión de todos y con el apoyo político de los estudiantes, de los trabajadores y de los intelectuales, de los campesinos, etc. También apoyan al nuevo poder las pequeñas y las medianas empresas, que son los verdaderos emprendedores de hoy en día.