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A medida que la política partidista avanza hacia el objetivo de no dejar ni un solo resquicio en la sociedad fuera de su control crece la necesidad de una guía con explicaciones claras, como cuando se viaja a un país desconocido, para intentar desenvolverse en los ámbitos de la empresa y tratar de entender determinadas iniciativas.

A comienzos de este mes desde PIMEM, la organización de la pequeña y mediana empresa, se daba cuenta de la creación de una nueva sectorial, PIME Comercio, asociación de comerciantes con el ideario que se acostumbra a reflejar en los papeles fundacionales: defensa del pequeño comercio, dinamizar el comercio tradicional, detectar los problemas del sector, influir en el reparto de los fondos europeos y el etcétera de rigor. Y lo más llamativo: al margen, o, mejor, en competencia con la veterana PIMECO, esto es, Pequeña y Mediana Empresa del Comercio, cuyos fines coinciden en lo esencial con los que preconizan los recién llegados. Además hay que reseñar la labor de la Federación de Empresarios del Comercio, AFEDECO –la patronal del comercio de proximidad cuya existencia se remonta a 1976, siendo al año siguiente una de las entidades impulsoras de la creación de la Confederación de Asociaciones Empresariales, CAEB–, no siempre afable con los designios de la izquierda gobernante.

El movimiento del grupo de comerciantes de PIMEM tiene una notable similitud con la presentación pública, la pasada primavera, de CONPYMES, Confederación de Pequeñas y Medianas Empresas, apadrinada nada menos que por la ministra estrella del Gobierno de Pedro Sánchez, la elegante Yolanda Díaz, y también por la esposa del presidente, Begoña Gómez, en calidad de directora de una flamante Cátedra extraordinaria para la Transformación Social Competitiva, el significado de la cual hay que relacionar necesariamente con la defensa «del capitalismo inclusivo frente al capitalismo clientelar» que sostiene la nueva organización, sea cuál sea el sentido del concepto, más allá de su aportación a la neolengua inventada por los padres, y madres, de la corrección política. Es ilustrativo el hecho de que forman parte de la organización una asociación de autónomos próxima a Podemos y la Pimec, vinculada al independentismo en Catalunya. Y también Pime Menorca.

Por lo que se refiere a la nueva patronal nacional, con tales madrinazgos salta a la vista la finalidad de debilitar a la no siempre manejable CEOE (la gran patronal) y a CEPYME (pequeña y mediana empresa), y a la más crítica ATA (Asociación de Trabajadores Autónomos), sobre todo cuando están sobre la mesa cuestiones de la trascendencia de la reforma laboral, la extensión de los ERTE, el sistema de pensiones o la distribución de los fondos europeos. En el caso insular determinados círculos empresariales apuntan al conseller, también estrella, del Govern como la mano que mece la cuna de la aparición en escena de la novel patronal del comercio. Un sector, por cierto, que se viene mostrando abiertamente enfrentado a las políticas municipales de Palma y nada dispuesto a contemporizar con algunas actuaciones del ejecutivo de Francina Armengol. Y es que el poder solo admite el aplauso y si las organizaciones cívicas no se lo tributan, ni en Navidad descansa para silenciar la crítica.