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He seguido con atención la mesa de debate ‘Mallorca, modelo europeo de ecosistema de hidrógeno verde’ que organizó Ultima Hora este pasado jueves, compuesta por representantes empresariales (más el director balear de Política Industrial); se echó de menos, a mi entender y por tanto, alguna voz con matices críticos, preferentemente de la universidad o de las ONG.

Resultó interesante, pero cabe señalar algunos matices. De entrada, no estamos en una ‘transición energética’ voluntaria por motivos ambientales, sino sobre todo ante un declive de producción. Además, el ‘hidrógeno verde’ no existe. Si se produce a partir de renovables se ha de tener en cuenta que éstas son en realidad poco renovables: son más bien ‘fuel-extenders’ que requieren grandes insumos del petróleo (energéticos y materiales) para ser fabricadas e instaladas. Requieren, además, de mucho suelo, y alteran los ecosistemas naturales. El hidrógeno se produce mediante electrolisis que consume –pierde– mucha de esa energía renovable, y como gas es muy corrosivo y casi imposible de contener, así como muy explosivo.

Tendrá cierto recorrido para sustituir al diésel, que ya escasea, y aplicarse a algunas industrias donde podría funcionar, y en general allí donde no pueda llegar la electrificación, pero no es ninguna panacea, no es un cambio trascendental, sino un pequeño parche, una solución parcial, de utilidad muy limitada, aunque no desdeñable como vector energético secundario.

Entiéndanme: las intervenciones de la mesa por parte de la patronal fueron en esta ocasión sensatas, razonables, sin delirios tecnooptimistas. No estoy radicalmente en contra de la idea, y les deseo suerte con el proyecto. Los intentos renovables hay que desarrollarlos aunque sea como ensayo, porque las energías –más o menos– renovables serán, con toda probabilidad, las únicas energías disponibles en la segunda mitad de este siglo. Ello implica que en ningún caso dispondremos del enorme flujo energético actual, con todas sus graves consecuencias, y conviene que nos vayamos enterando. El hidrógeno puede echar una mano como vector (transporte y almacenamiento de energía, aunque con grandes pérdidas), pero el enorme problema de la inminente escasez energética, de la que ya hay claros síntomas, sigue ahí, y muy pronto nos alcanzará.