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Vivo en una Mallorca de pura fachada, que olvida su tradición y pilares porque extingue su esencia. Lo ocurrido en el hotel Formentor me lo confirma y, como siempre, hemos encontrado una causa para justificar la destrucción (en este caso aluminosis). Veo esas terribles fotos y pienso que hemos perdido toda una magnífica historia, poesía, sensibilidad, una joya del Mediterráneo que fue escuela y lugar de goce y hedonismo desde un lujo basado en el entorno y las personas que lo conformaron.

Un claro ejemplo de lo que forjan las personas por encima de la inversión y lo material que ahora justificará un nuevo rumbo. Formentor ya no será Formentor. Como escribió Josep Pla en su Guía sobre las Islas Baleares: «Es un centro de cultura. Recordemos las jornadas que con el engolado título de semana de la sabiduría dirigía Keiserling, en aquellos tiempos en que Francia de miomandre escribía que ‘a través de la corriente de los pesares de Formentor era el mentor de su vida’. Actualmente el nombre de Formentor va unido al de las manifestaciones del espíritu bajo el impulso de Camilo José Cela y Tomeu Buadas nuevo Diehl en amor a este pedazo de tierra y a sus tradiciones más humanas». La prematura muerte de Tomeu Buadas en aquel trágico accidente aéreo en Nantes fue el primer desplome de una leyenda y una historia memorables. Siguiendo a Pla, en 1973 fallecía el último de sus creadores dejando un legado tan fuerte que ha perdurado en el tiempo de la mano de grandísimos intelectuales.

A Formentor no dejaron de peregrinar personalidades de todos los ámbitos que no podemos citar porque consumirían el espacio para este texto. Todo ello no ha servido para preservar aquel ambiente, entorno y cosmos cargados de emociones y donde el tiempo parecía haberse parado. El nuevo lujo no entiende de nostalgia y como esta Mallorca se debe demoler para edificar algo que no dejará de ser efímero y, sin duda, estandarizado. Lo que se ha destruido es algo que construyó el alma, el pensamiento, la tradición. Nuestros políticos parecían haberlo entendido pero, al final, han sido meras marionetas de un teatro donde tal vez, a pesar de tantas escenas proteccionistas, ya se conocía el final de la obra. De nuevo confirmo qué poco interesa la memoria cuando esta no da votos y buena prueba de ello son el abandono y desinterés por los archivos municipales o referentes culturales que tanta falta hacen en una sociedad demasiado volcada en el presente y la especulación. Mallorca fue o es un paraíso por lo que nos han legado, que le da valor y que la distingue de otros destinos. Borramos señas de identidad, arrasamos lugares con historia, olvidamos personajes que fueron ejemplares. Todo es demasiado cruel para ser creíble y ante tanta desidia ni todos los versos que Formentor inspiró pueden calmar el vértigo que produce nuestro rumbo.