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No hace mucho, unas semanas, durante el rodaje del western Rust en la ciudad de Santa Fe, murió Halyna Hutchins, la directora de fotografía de la película. Alec Baldwin, el actor protagonista, ha declarado recientemente que no apretó el gatillo del Colt que produjo la tragedia. El arma estaba cargada y propició el accidente que convirtió, durante un ensayo y de un modo funesto, la ficción en realidad. Porque ya se sabe que en los westerns suele haber muchos disparos y muchos muertos. Es curioso que nuestra noción de la moral nos deje fríos ante la cantidad de muertos que hay en ese tipo de películas y en cambio nos excite con sólo presenciar una secuencia de sexo.

Es tan curioso que en mis recuerdos infantiles ni siquiera existen besos en las películas del Oeste, películas que eran debidamente censuradas, y en cambio los ‘malos’ morían a mansalva. Cierto que en los westerns y sobre todo en los telefilmes actuales ya aparecen besos. Por aparecer, incluso aparecen tetas y algún que otro culo masculino. Esto debe de ser el progreso. En toda película que se precie, western o telefilme tiene que haber un poco de sexo y violencia. Las consecuencias a veces son desastrosas, sobre todo en Estados Unidos, donde se producen de vez en cuando noticias de tiroteos y masacres.

«¡A mí películas!», decía un viejo profesor que no era Tierno Galván. Porque partimos del supuesto que las películas no son verdad y cuando se produce un suceso como el de Rust nos llevamos las manos a la cabeza. Los seres humanos tenemos adicción a las malas noticias. La sección de sucesos es lo que más vende, incluso en la tele. Y sin embargo es necesario que toda obra de arte tenga un trasfondo de autenticidad, de otro modo es sólo puro entretenimiento. ¿Y qué hay de verdad en lo del Lejano Oeste? Estaba lleno de emigrantes muertos de hambre y de indios que no querían perder sus tierras. Los peligros eran reales. Pero no había tantos bancos que asaltar, ni tantos pistoleros sanguinarios, ni tantas prostitutas de buen ver. Había miseria y enfermedades venéreas. Pero los westerns no están hechos para describir la realidad, los westerns están hechos para soñar.