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Por fin se han dado cuenta de que el oro del Dorado no está en América, está en Mallorca; y de que no es oro, es ámbar; y de que no es dorado, es gris. Se trata del ámbar gris que al kilo sale al mercado por unos cincuenta mil euros. No está nada mal para empezar. Hace unos días, unos turistas alemanes se volvieron locos de alegría cuando encontraron un trozo del ámbar de marras en Cala Varques, entre Porto Cristo y Portocolom. La pieza sobrepasaba el kilo y medio. Sin embargo, su ilusión se vio frustrada cuando les dijeron que la venta del hallazgo era ilegal y que su destino no podía ser otro que el Estado español, sin especificar lo que eso significaba y a dónde iría a parar el ambarito descubierto.

Estaba convencido de que el ámbar gris era un mineral o una piedra preciosa pero, para mi sorpresa, un colega me dijo que era lo más parecido al excremento de cachalote de color imaginable y de olor imposible, que se producía de forma natural en el intestino del cetáceo. El producto se utiliza para la fabricación de perfumes, ungüentos, colonias y otros productos de cosmética. Supongo que esa es una de las razones que hace que algunos perfumes sean tan caros.

No es la primera vez que en nuestras costas aparecen trozos de ámbar gris. A lo mejor, sin saberlo, somos tierra generadora de ámbar gris. La idea me recuerda a los buscadores de oro en la California del siglo XIX. Así que no te extrañe empezar a ver a multitudes de caza tesoros con sombrero payés en la cabeza recorriendo las costas de la isla, emulando la fiebre del oro americana convertida en la fiebre del ámbar mallorquín. No deja de ser una buena noticia saber que la riqueza de nuestra tierra incluye este bien natural. Aunque alguien nos tendría que explicar a dónde va a parar el ámbar gris que es confiscado y pasa a ser propiedad del Estado.