TW
2

Solo hay una forma de conocer y amar a Dios: amar al prójimo. «Lo que hicisteis a uno de mis hermanos me lo hicisteis a mí». (Mateo 25, 40) Esto no lo sabía el filósofo Nietzsche cuando proclamó la muerte de Dios: «Dios ha muerto», dijo. Ante la actual situación mundial, se está proclamando de nuevo la muerte de Dios. La pandemia del coronavirus está sometiendo a la humanidad a una crisis de incertidumbre y a sentir en carne viva la impotencia frente a un enemigo invisible que la está diezmando.

La humanidad está perturbada, no tiene información ante lo que es un virus y cómo éste puede actuar y matar a tanta gente. Algunos creyentes, frente a esta pandemia mundial, se preguntan si Dios ha muerto o sí, al menos, se ha sustraído y retirado del mundo, dejando de su mano a la humanidad entera.

Sin embargo, la humanidad, como nunca, ha descubierto al prójimo y como nunca le está ayudando a través de lo que hoy llamamos solidaridad, que no es otra cosa que dar de sí mismo al prójimo. Con ello, la humanidad demuestra que Dios existe porque se hace carne viva en los hospitales, en las residencias, en los moribundos... Mientras haya personas que den su vida por los demás, estos demuestran la existencia de Dios.