Como sucede con muchas cosas, existen entidades que pueden ser ambivalentes: buenas o malas, dependiendo de las circunstancias del momento, pese que a mucha gente le gusta el sol y su calorcito; otros gustan del frío y la nieve. Ambas estaciones son necesarias para el fluir del planeta, con sus distintos géneros naturales como esos tupidos bosques que trasforman en papel; también vacas, renos y demás. Que hace un frío pelón que no invita a salir de casa, desde luego, pero la contrapartida para los ciudadanos de estos países gélidos, es que cuentan con minería, madera, cristal, materiales térmicos, donde el frío no penetra. Estas ciudades, de bajísimas temperaturas, disponen de grandes centros comerciales subterráneos, debajo estaciones de metro. Allí tienen restaurantes, cines, tiendas y todo lo necesario, y lo innecesario. Apenas ven el sol, pero, de noche, tienen las estrellas al alcance de la vista, y casi las tocan con la mano.
Luego en verano se deleitan admirando los efectos luminosos de la aurora boreal, coloreada por rasgadas nubes verdes, azules y amarillentas que, bien abrigados, pueden cenar sobre la nieve, al calor de una hoguera. Comen, cantan, bailan. Eso es la felicidad. Una sensación que nos llena de un amor enigmático.
El sol y la nieve
Palma22/11/21 3:59
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