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El historiador y diplomático mallorquín Gabriel Alou Forner acaba de publicar un utilísimo libro sobre la sanidad militar durante la Guerra Civil en Mallorca. Aporta por primera vez los datos de heridos ingresados en hospitales durante la batalla de agosto de 1936 y esto nos ayudará a resolver un enigma: el número exacto de muertos, porque todavía desconocemos cuántos caídos hubo en el enfrentamiento más importante de Baleares en el siglo XX.

Haciendo una estimación basada en varias fuentes, serían entre 200 y 400 muertos en cada bando. No lo sabremos hasta que alguien realice un estudio exhaustivo. Crear un listado nominal, como ocurre con otras batallas, no es fácil porque el registro civil está incompleto y los informes militares a veces no coinciden con los sanitarios o funerarios.
El libro de Alou recoge una fuente muy interesante: la carta completa que escribió la hermana superiora del Hospital Militar de Palma, sor Oliva Abad. En ella explica que disfrutaron de «paz» hasta que el 16 de agosto desembarcó el capitán Bayo con «miles de hombres» y los heridos abarrotaron las estancias. «No había visto nunca escenas de esa clase. Había algunos que no parecían personas, de ensangrentados y desfigurados que estaban. Era tan desastroso que no sabíamos a cuál atender primero». El hospital duplicó la capacidad hasta las 300 camas pero se quedó pequeño y tuvieron que pedir ayuda a otras «Casas».

Solo en Palma llegaron a registrar 570 ingresos durante la batalla. El resto fue atendido en los hospitales de Manacor y Artà. Sor Oliva Abad dice que oyó a unos oficiales calcular el cómputo total de víctimas en el bando sublevado: «Unos 300 muertos y 800 heridos». Sin embargo, el listado nominal que elaboró el Ejército tiene solo 78 nombres.
Sobre el enemigo, la superiora escribió: «Pobrecitos, no sabían cómo las gastaban los mallorquines». Y añade: «En menos de veinte días quedaron completamente destrozados, quedando el mar y sus alrededores sembrados de cadáveres. Según decían los que los vieron, era una cosa que imponía».

Algunas fuentes hablan de que los cadáveres antifascistas se enterraron en la playa de sa Coma y se supone que todavía siguen allí. Otras hablan de que los quemaron y los restos fueron trasladados a un lugar desconocido. El Govern balear y la Generalitat de Catalunya planean abrir el año que viene la fosa de sa Coma y cotejar los restos de ADN con los familiares. Con el trabajo de Gonzalo Berger y otros compañeros quizá resolvamos este enigma de la memoria histórica: saber cuántos fueron, cómo se llamaban y dónde fueron enterrados.