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Hace días que terminó la COP26, Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, donde había más representantes de las industrias de combustibles fósiles que de tales naciones. Y la verdad es que no presté mucha atención a sus conclusiones, por el tedio y la desgana que me genera este asunto. Hace veinte o treinta años, cuando el mundo estaba lleno de negacionistas climáticos, sí que me interesaba esto del calentamiento, pero ahora que ya casi nadie se atreve a negar el desastre planetario, y por fin parece que la ciencia ha triunfado, estas cumbres como la reciente de Glasgow me matan de aburrimiento. Me dan igual, que quieren que les diga.

Nuestros gobernantes de todos los países, que ni siquiera se ponen de acuerdo en la manera de medir las emisiones que pretenden reducir, pero sí en el mercado de tales emisiones, llevan repitiendo desde el Acuerdo de París en 2016 que es preciso reducir el calentamiento a 1’5º hacia finales de siglo, pero que tendremos suerte si lo reducimos a 2º, puesto que por el camino actual lo normal sería llegar a 2’5º. En Glasgow también debatieron ese medio grado de más o de menos durante una semana, y ni me acuerdo qué acordaron. Me da lo mismo, decía. ¡Medio grado en un siglo! No es probable que nuestros nietos estén vivos para entonces, por lo que tampoco ellos sabrán si hemos logrado subir la temperatura planetaria únicamente grado y medio, o si la hemos cagado y son dos.

Resulta que ahora que apenas quedan negacionistas, la cosa se ha complicado mucho. Los científicos climatólogos tienen parte de culpa, porque en cada Cumbre Climática, y también en Glasgow, insisten en que la situación es desesperada, pero que todavía hay tiempo. Siendo así que los seres humanos jamás hacen nada hasta que ya es demasiado tarde. Quizá necesitamos un equipo de psicólogos, historiadores y novelistas que expliquen a los climatólogos cómo somos, a fin de que proclamen que ya es tarde, que da igual, que no hay nada que hacer. Quizá así. Entretanto, el objetivo de esta COP26 sigue siendo reducir el calentamiento medio grado, y para ello se acordó suprimir en 2035 los coches de combustión. EEUU y China no lo firmaron, y tampoco España, que lo tiene previsto para 2040. Yo me desentendí. A mí qué, medio grado más o menos. En un siglo.