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La anunciada dimisión de Jaume Far como director de la Oficina Anticorrupció confirma dos cosas: una, que este organismo no tiene ningún sentido existiendo la Sindicatura de Comptes, interventores y, en el último extremo, la Fiscalía Anticorrupción, que funcionó a la perfección para perseguir las corruptelas del PP. Dos, Far no entendió que lo que tenía que hacer era seguir el trabajo realizado por los fiscales durante una década e investigar a la oposición, pero por lo visto el todavía director de la Oficina Anticorrupció decidió, qué cosas, chequear la gestión del Govern.

Evidentemente Jaume Far no tiene ninguna necesidad laboral de seguir en una institución que no cumple su función originaria y ha decidido marcharse a otro puesto, pero parece claro que al Govern no le ha gustado que Anticorrupció investigue la compra de material sanitario a China durante el punto álgido de la crisis sanitaria y que se averigüe el motivo por el cual algunos altos cargos se vacunaron saltándose la cola cuando llegaron las primeras dosis, un escándalo que el Govern intentó tapar desde el primer momento que trascendió.

La Oficina Anticorrupció se creó en 2015 a propuesta de Podemos y el nombre de Far lo propuso Més. Ya entonces quedaba claro que el PSOE no estaba por la labor y que su único objetivo sería que Far fuese un director florero mientras estuviese en el cargo, que es algo que ha quedado bastante claro durante estos últimos seis años.

Recuerden también que la Oficina Anticorrupció fue objeto de una investigación por parte de la Sindicatura de Comptes por el proceso de selección de personal, lo cual es más que sorprendente.

Después de la dimisión de Jaume Far lo que debería seguir, imagino, es que Podemos, impulsor de la Oficina Anticorrupció, pida a sus socios socialistas si han presionado en algún momento para que no salgan adelante estas investigaciones, pero recuerden que los dirigentes morados ya tuvieron su más y sus menos con Far cuando se puso en jaque el uso del plus para los altos cargos que no tenían residencia en Mallorca e incluso algunos que sí tenían también lo cobraban al cambiar su lugar de residencia.

No consta que ninguno de estos altos cargos haya devuelto el dinero mal utilizado, ni siquiera la exgerente de la tele autonómica, que cobraba más de 20.000 euros al año de plus y trabajaba desde su casa sin pisar apenas Mallorca, un asunto que también se analizó a fondo desde la Oficina Anticorrupció sin ningún resultado. Ya se sabe que el teletrabajo con un plus de 20.000 euros es mucho más llevadero. Recuerden que el dinero público no es de nadie, como decía Carmen Calvo, exvicepresidenta del Gobierno.
Luego se escandalizan cuando partidos como Vox dicen que hay que acabar con los chiringuitos, aunque su líder sea un experto en vivir toda la vida de ellos, pero es que la Oficina Anticorrupció es el prototipo de chiringuito poco útil y cuya supresión podría ser un gran ahorro para los ciudadanos. Siempre sería mucho mejor que el Govern dedicase el dinero a amortizar deuda, que desde 2003 se ha multiplicado por 10.

Luego dirán que los insolidarios son aquellos ciudadanos que quieren pagar menos impuestos, pero cuando se crean organismos que no cumplen sus objetivos pues no estaría de más que se hiciese algún gesto y ahorrar dinero público, sobre todo en los tiempos que corren, pero ya les aviso que todo seguirá igual y esta Oficina que no cumple su función no se cerrará. Buscarán a otro director florero y punto.